Atenas vista desde La Ácrópolis |
Si algo puedo aportar desde la
tranquilidad y serena reflexión permitida por estar frente a una máquina
tratando de hilvanar ideas fruto de la experiencia, es que la pobreza
material se acrecienta y forma una coraza en la mente del que tiene sus
necesidades satisfechas o dependen de la situación para conservar su nivel de
vida; en consecuencia, no sólo se requiere la participación de esa pequeña parte de nuestra sociedad rica la
que no necesita escudo ni venda alguna para ignorar al pobre ¡ya tienen en su
archivo el porqué se es pobre material!, prueba de ello son meses como el
actual en el que “contribuyen” para infinidad de agasajos a los desposeídos.
Debo también indicar que, es esta sociedad (de los ricos) la que en respaldo de
su sistema de vida escoge como ejemplo de vencedores ante la adversidad a
personas jóvenes o no que debido a su digamos, inventiva y desarrollo personal
no, necesariamente académico, logra catapultarse a clases superiores y no
escatima elogios, el problema es que, dándose cuenta ignoran que el
reconocimiento al esfuerzo individual y colectivo que permite a un pobre o una
colectividad pobre triunfar en la vida es un pálido reflejo de la media común,
como lo sería que un joven u otro miembro de esa sociedad se descalabre debido
a malos negocios, vicios o debilidades, a nadie se le ocurriría pensar que la
sociedad de los ricos está en crisis y nos acercamos a su colapso no estoy
aludiendo al sistema económico mundial, pues si este colapsa el cambio no se
daría en un individuo sino en todo el País.
Pero hasta el párrafo anterior
ninguna línea se ocupa de “la coraza”
referida también en él, ¿Qué he pretendido decir?, se puede ser pobre material
aun reuniendo condiciones que permitirían al sujeto dejar de serlo, ejemplo, un individuo que
logra alcanzar un grado universitario pero no se desliga de sus raíces y en el
ejercicio profesional se porta como tal, sin embargo, la mayoría de miembros de
ese colectivo profesional tienen una situación económica holgada y le dan la
espalda a su colega o aprovechan sus conocimientos sin la debida retribución
por el estado de necesidad en que se encuentra.
Luego al pobre material se le
incorpora con ventaja el que goza de mejor preparación sin haber dejado ese
estado dentro de los diversos estratos en que fatalmente se divide una Nación.
Hay un elemento adicional que se
incuba en la propia pobreza material, aquellos que por sus méritos (individuos
o un determinado número de ellos) a los que ya me he referido, muy pronto
olvidan sus orígenes y se alinean con aquellos que han celebrado su éxito, de
suerte que al grupo de la sociedad de los ricos se incorpora un contingente
diminuto pero que apoya decididamente la concepción de esa sociedad que piensa que el esfuerzo es lo
único que cuenta.
La pobreza NO es pues, según mi
punto de vista sólo material también lo es mental y es esta última a la
cual la Ministra Trivelli
deberá dedicarle mayor atención, no es gratuito el aislacionismo de los que
piensan distinto a los ricos y su espíritu rebelde y contestatario, aislamiento
en el que inclusive el Estado tiene su parte, con mucha posibilidades de ubicar
a quien, por sus ideas, le pone las cosas difíciles.
Si queremos reducir la pobreza NO
en estadísticas, porque si a ella sometiéramos los supuestos avances en ese
intento, muy pronto todos los peruanos
seremos millonarios, es impostergable cambiar la mentalidad de los que tienen
más y al mismo tiempo empezar por generar para nuestros niños una partida en
igualdad de condiciones y ello supone privilegiar la educación y dentro de
ella, enfatizar que la lucha por la vida no se reduce a cuidar lo que les ha
permitido vivir a nuestros ancestros sin desplegar mayores esfuerzos, debe
priorizarse el entendimiento que la explotación de nuestros recursos renovables son una fuente inagotable de
riqueza si lo manejamos inteligentemente, que la educación les servirá para
identificar a los sinvergüenzas que han lucrado y lucran de la ignorancia de
sus pares y que esa revolución del pensamiento NO involucra ni les exige olvidar
sus usos y costumbres ancestrales, sobre las que decidirán cuando sean humanos
competitivos.
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