jueves, 29 de diciembre de 2011

Una bolita, dos bolitas, tres bolitas....cien mil bolitas


Adoquines en Alemania
Fotografia bajada de la BBC
Una bolita..dos bolitas..tres bolitas………..cien mil bolitas

El 12 de diciembre de 2011, faltando diez minutos para las ocho de la noche sintonicé el Canal del Estado, entre las 19  y las 20 horas, horario en el que se trasmite el Programa “Punto de Equilibrio” conducido por el señor Berckemeyer me parece. El tema que se trató, pude entender en los escasos minutos que lo ví y escuché, era la inclusión social, uno de los invitados opinó sobre el Vaso de Leche y dijo con absoluta verdad  “de cada diez beneficiarios siete no necesitan el apoyo”, agregando:  “corregir la pésima distribución significaría un alto costo político” no bien terminó de opinar el programa fue cortado abruptamente  pues el conductor no se despidió y dieron pase a la franja electoral de cinco minutos concluida esta lo que acontece normalmente es, sin  tiempo intermedio, el Noticiero, en esta ocasión no ocurrió así, para completar el tiempo que le restó al programa “Punto de Equilibrio” pasaron varios comerciales. Pensé en comentar ese hecho pero con el trajín de la faena diaria me olvidé por completo, más adelante volveré sobre el tema.

El día de hoy, en una de las más amplias avenidas de Tarapoto y todavía poco transitada, esperaba al Director de una Institución al que deseaba proponerle un negocio, me acerqué a una tienda vecina solicité una bebida gaseosa helada a fin de hacerlo cómodamente sentado; observé, mientras bebía con calma la refrescante y adictiva gaseosa tan dañina para personas de mi edad,  a una señora pelando los aguajes para venderlos ya en el Mercado  o en puntos  conocidos de la ciudad selvática; me llamó la atención que desconociera lo que sucedía en la Institución, ubicada a menos de veinte metros de su vivienda ni a que hora funcionaba, su preocupación era la fruta por formar parte de la economía familiar, la casa  posiblemente producto de una invasión no podría ser envidiada por nadie.

Me pregunté entonces a que se debía tal actitud (el poco o ningún interés por lo que sucedía en rededor a ella) la que dio inicio a otra serie de preguntas, ¿porqué los pobres pelean hasta por diez centavos?, ¿Porqué cuando reciben un moneda de mayor valor de lo que cuesta el producto y el cliente no lo advierte, con total descaro lo niegan cuando el comprador  ha reparado en el equívoco y regresa para corregir el yerro?, ¿Porqué “compran” terrenos a los invasores sabiendo que el mismo no es de su propiedad y que ello  es un delito?, ¿Porqué siguen a los traficantes de terrenos sabiendo la ilegalidad y/o mentiras que les dicen?, ¿todas estas preguntas y muchísimas otras podrán tener respuesta?, veamos:


Una bolita redondita de vidrio, unas simples otras multicolores –las lecherongas- les decíamos de niños, son las famosas “canicas” con las que son identificadas mayoritariamente, me gusta “bolita”; jugábamos a los ñocos (tres huequitos en la tierra que la bolita debía ocupar uno tras otro y ganar el juego (era un poco más larga la cosa pero no me extenderé en el temita).

¿Las bolitas pueden esconder las respuestas que buscamos? Empecemos:

Por alguna razón independiente de nuestra voluntad –la economía de nuestros padres o el esfuerzo para dotar al hijo del motivo de sus sueños- algunos amiguitos tenían más bolitas que otros y entre ellos algunos tenían muchas “lecherongas” ¡Cuánto deseábamos esas bolitas!.

El humano se comporta uniformemente –pienso- en todas las etapas de su vida. Las bolitas “lecherongas” ejercían un efecto interno y otro externo:  En el interno genera en  el pequeño que posee las bolitas “lecherongas” el saber que puede exigir y los otros acatar si quieren tener por lo menos una de sus bolitas. En el externo lo convierte en un pequeño tirano, estado del  que ni siquiera es conciente,  pues a esa edad está más asociado con la crueldad –comportamiento natural de un niño-, sin concluir de modo alguno que estamos frente a potenciales desadaptados sociales; Sabe el niño que su posesión le otorga gran importancia y ascendencia en su círculo de amigos; las manifestaciones de ira, sumisión, sobonería forman parte de ese cuadro para él placentero, más a diferencia de los adultos también el miedo es mayor, miedo a perder su preciadas bolitas porque hay muchos que las quieren y está sólo, sus acompañantes y/u ocasionales defensores, pretenden las mismas bolitas.

Qué hacer: ¿compartirlas para que nadie pelee?, ¿tener un amigo mayor que lo defienda a cambio de unas bolitas que ese amiguito protector desea?, ¿hablar con el amiguito que tiene más aceptación pero que no tiene bolitas, a efectos de que le ayude a comunicar a sus otros amigos que esas bolitas son de él y nadie debe quitárselas?, ¿podrá usar las bolitas para obtener beneficios mejores que otra bolita?.

Mientras a los demás amiguitos les interesa  conseguir las bolitas o cómo quitárselas a quien las posee, no reflexionan en el porqué su amiguito tiene tantas bolitas, ¿cómo las consiguió?, ¿porqué abusa de esa posesión?, ¿porqué deben hacer lo que les pide a cambio de una o más bolitas, dependiendo de la dificultad de lo que les hayan pedido hacer?, ¿porqué impone las reglas si es uno y ellos muchos?.

Con el pasar de los días el propietario de las “lecherongas” incrementa su caudal de bolitas, transacciones siempre favorables, tiempo libre en exceso, habilidad para jugar, mejor educado, sabe cuando debe retirarse de una circunstancia o problema dado, empieza a pensar en las otras cuadras donde también niños como él poseen el preciado tesoro y podría obtener más “lecherongas” y las amistades se amplían, los juegos también para conseguir las multicolores bolitas.

El ejemplo de las bolitas podemos trasladarlo a cualquier objeto pretendido por los humanos, el dinero en primer lugar, sinónimo de poder cualquiera sea el área en la que esté involucrado y sino lo estuviera engatuza, miente, promete y logra ingresar para luego disponer y ordenar, al igual  que en las bolitas.

Nada de lo escrito es novedad alguna, en este blog lo he expresado usando otras palabras para problemas exactamente iguales que se manejan bajo lineamientos distintos.

Debo terminar, no sin antes  retomar la actitud de la señora de los aguajes, no le interesa lo que sucede en su pequeña comunidad (no mas de dos cuadras) salvo si la hija de fulanita se interesó en menganito y salió embarazada o como Filomeno ha construido su casa engañando y mintiendo, o que su vecina es amante del cocotero Eusebio o chismes de naturaleza semejante. Reniega contra la desigualdad pero no entiende sus causas y es fácil presa de los manipuladores, la bolita de esta mujer es su casa a medio construir y poder alimentar a su familia; cada 5 años vota por alguien que le han dicho mejorará las cosas, le regalarán ladrillos, tendrá  agua potable y no en camiones, lee las noticias y no comprende nada, no quiere hacerse problemas, ve su novelita que es la historia que le gustaría vivir, ah….pero ya sabe que tiene quien la defienda de las agresiones de su compañero, marido o pareja ocasional, toda su existencia se la pasará intentando conseguir su “bolita lecheronga”, inventará cuentos, llorará, fingirá, ¡no le importa! ¡quiere su casita construida! ….a que más puede aspirar…si es una torpe sin educación, seguramente se preguntará y responderá.

A los gobiernos del Perú en los últimos 30 años no les ha interesado otorgar a sus ciudadanos las mismas posibilidades de desarrollo, se ha limitado a poner las “bolitas” que, sabe muy bien, podrán ser tomadas precisamente por quien no las necesita, decirlo es imperdonable.




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