La Presente nota fue publicada y compartida por el señor Guillermo Giacosa en su cuenta de facebook, tuve la suerte de leerla y pretendí opinar, el sistema informa de errores, incluso no pude copiarla, así que he recurrido al maravilloso mundo de la información virtual y la rescaté y me permito opinar sobre la misma, la fuente es "La voz --rompiendo cadenas"
Indicadores y evidencias |
[27/09/2012 | 07:59
] - El autor se interna en la polémica sobre los indicadores sociales
y toma dos estudios ajenos al Gobierno, de la UCA y Cippec, para verificar si se
han consolidado los avances después de 2007.
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Por Alejandro Rofman *
El proceso de recomposición del
tejido social en la Argentina contemporánea sigue teniendo versiones e
interpretaciones variadas. El descenso de todos los índices de insatisfacción
social en el período 2003-2007 no ha sido cuestionado por ningún observador
objetivo y sus evidencias forman parte de los análisis tanto de los que apoyan
el modelo vigente como de quienes lo discuten. Pero el estudio de lo acaecido
desde el año 2007 ha instalado una polémica que permanece abierta, impidiendo
(hasta hace muy poco) alcanzar un juicio certero, aceptado por todos, acerca de
la evolución de la situación social en este último tramo.
Esa polémica se
fundamenta en el cuestionamiento a los valores de los principales indicadores
sociales, cuya certeza se supone afectada en su cálculo. En particular, la
severa crítica a los datos del Indec sobre la variación de los precios al
consumidor pone en tela de juicio la versión oficial de que la mejoría de la
situación social persiste y se ha ido consolidando.
Dos recientes
estudios colaboran decididamente en saldar esa polémica.
El primero de
ellos fue publicado por la Universidad Católica Argentina, en julio de este año.
Resume una investigación de su Observatorio de la Deuda Social Argentina y se
denomina “Asimetrías en el desarrollo humano y social (2007-2010/11)”. El
documento, prologado por el presbítero doctor Víctor Manuel Fernández, rector de
la universidad citada, menciona entre otros agradecimientos, a “la gerencia de
responsabilidad social del Banco Galicia y a la Fundación Diario La Nación”, por
“la confianza y el permanente apoyo brindado al desarrollo de las
investigaciones que hicieron posible la elaboración del presente documento”, así
como la valiosa colaboración del área de responsabilidad social de la empresa
Cablevisión.
El otro documento es fruto de un estudio realizado por el
Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el
Crecimiento). Su actividad, según los logos que se insertan en la carátula y en
la página final del informe “100 políticas para potenciar el desarrollo”, exhibe
como auspiciantes a empresas de capital nacional o extranjero, como Mapfre,
Nobleza Piccardo, Vale y Telefónica, entre otras.
Queda totalmente claro,
entonces, que ambos informes están redactados y sostenidos económicamente por
sectores sociales totalmente desconectados del aparato oficial y de sus
seguidores.
Las informaciones que se pueden extraer de ambos documentos
son de muy alto valor testimonial sobre la más reciente evolución de los
principales procesos sociales en la Argentina. El documento de la UCA afirma que
“durante el segundo año del Bicentenario (se refiere al año 2011, nota mía) tuvo
lugar una rápida recuperación del terreno perdido en materia económica después
de los embates de la crisis internacional de 2009 y 2010 (...). Según la mayor
parte de los especialistas, el año 2007 fue el mejor momento del modelo
político-económico postdevaluación a lo largo de la primera década del siglo
XXI. Esto hace que dicho año se constituya en un parámetro ideal a partir del
cual evaluar los eventuales logros o retrocesos durante los años
2010-2011”.
El documento reconoce que el tramo 2003/2007 fue apreciado
por quienes analizan la evolución económica y social de la Argentina como el de
más alto desempeño de toda la década. La pregunta, entonces, es si entre 2007 y
2011, la declinación económica acaecida en los dos años de crisis mundial y su
impacto en la Argentina logró ser superado o continuó prevaleciendo. Veamos los
datos que el instituto de la UCA consigna en su informe para dar respuesta a
este interrogante.
“Son bien conocidos los avances que tuvieron lugar en
la última década en la ampliación de los derechos sociales, el importante
crecimiento que experimentó la economía, la extensión de la asistencia pública y
el mayor esfuerzo laboral emprendido en función de aprovechar las nuevas
oportunidades de movilidad social” (página 17). El texto no merece demasiado
comentario dado que es concluyente en afirmar que, desmintiendo opiniones en
contrario, se experimentó un apreciado avance económico y social singular en
toda la década inicial de este siglo al amparo del modelo político-económico
vigente.
Por supuesto, no se detiene en ese juicio laudatorio, pues
agrega que los problemas de marginalidad, pobreza, indigencia, entre otros,
siguen “siendo debilidades de una sociedad que crece, consume y progresa (...).
A pesar de las mejoras alcanzadas durante casi una década de continuado y
extraordinario crecimiento socioeconómico, queda mucho por hacer en materia de
desarrollo humano, integración social, justicia social (...) para el alcance de
una ciudadanía plena en derechos para todos”. Estas conclusiones son similares a
las que se escuchan de importantes dirigentes políticos y sociales que acompañan
al gobierno actual, incluyendo repetidas observaciones incluidas en recientes
discursos de la señora presidenta de la Nación.
Veamos, entonces, los
datos estadísticos básicos para definir la trayectoria del proceso económico y
particularmente social entre el mejor año de la década, 2007, y el 2011. Nos
centraremos en dos datos estratégicos. El primero se refiere al ingreso per
cápita familiar, es decir, el que corresponde a cada integrante de un hogar
cualquiera sea el tamaño del mismo en cantidad de personas que lo integran. Esta
información, que surge de los registros del Observatorio Social de la UCA, se la
estima de dos maneras: con el índice oficial de precios del Indec o con el
promedio ponderado de crecimiento de los índices de las siete provincias que
llevaban, entre los años 2007 al 2011, registros mensuales de variación de los
precios al consumidor.
La media de los ingresos anuales de los hogares a
precios constantes, deflacionados según el índice de precios combinados de siete
provincias, ascendió a 4768 pesos. Si se coteja este dato con los de los años
2007 y 2010, calculados también en base a la metodología de la UCA, resulta que
la variación de los ingresos familiares entre 2007 y 2010 resulta positiva en un
1,2 por ciento, y entre 2007 y 2011 en un 11,9 por ciento. Es decir, que, pese a
los efectos negativos de la crisis mundial en 2008 y 2009, prosiguió la
expansión de este indicador fundamental del bienestar familiar.
Los datos
de Pobreza e Indigencia acompañan el sesgo favorable de la evolución del ingreso
familiar arriba comentado. El estudio del Observatorio utiliza canastas básicas
totales y canastas de alimentos imprescindibles basadas en los índices de
precios de las siete provincias, descartando totalmente los del Indec, pues
impugna estos últimos por “manipulación política”. Estos valores de canastas
básicas son sustancialmente mayores a los que se calculan por el Indec. Pese a
este cambio de medición, el Observatorio Social de la UCA reconoce que la
pobreza calculada por ingresos retrocedió desde el 26,9 por ciento en el año
2007 al 26,6 en 2010, y al 21,9 en el año 2011. Debemos recordar que el índice
de regresión social en el año 2003 superó el 53 por ciento, por lo que la
reducción total entre el inicio del período constitucional bajo la presidencia
del doctor Kirchner y el cierre del último año (nueve años de extensión) supuso
una disminución de la pobreza en un 60 por ciento, lo que da cuenta de un
significativo avance de la equidad social.
En cuanto a la indigencia (que
indica la situación específica de un habitante que, con sus ingresos, no está en
condiciones de adquirir una canasta básica de alimentos) los datos del
Observatorio de la UCA revelan que la tasa respectiva estaba en el 8,1 por
ciento de la población en el año 2007 (3 millones de habitantes), subió en el
año 2010 al 9,2 y se redujo en el año 2011 al 5,4 por ciento de toda la
población (dos millones 100 mil habitantes). Ello indica que la disminución de
la indigencia fue entre 2003, cuando afectaba al 27 por ciento de la población
del país, y el año 2011, de 22 puntos porcentuales, lo que implica que cayó en
nada menos que un 80 por ciento (UCA, página 58).
El documento de la UCA
aporta un párrafo muy ilustrativo: “En términos dinámicos, cabe destacar que la
caída de la indigencia y de la pobreza exhibida durante el último año
(2010-2011) fue particularmente intensa en el estrato social socioeconómico más
bajo (25 por ciento inferior) y, asimismo, en villas y asentamientos precarios y
en los barrios de sectores populares dentro de la traza urbana
formal”.
La información sobre la dinámica social que aporta el estudio
del Cippec se refiere a la pobreza por región del país entre los años 2001 y
2010. Esta información ofrece datos sobre pobreza más reducidos, en el año
final, que los que consigna el informe de la UCA-Observatorio Social. Así, para
el Nordeste, la región con peor situación social, el mapa de la pobreza indica
un descenso significativo: era del 57,2 en 2001 y cayó al 18,5 en 2010. En el
Noroeste, el descenso fue del 48,3 por ciento de sus habitantes en el año 2001 a
11,8 en 2010. Para la región Cuyo, del 39,6 por ciento de pobres en el 2001 se
pasó en el año 2010 a sólo el 9,8. En la región pampeana, los datos consignan un
37,1 de pobreza en 2001 y un 9,6 en 2010. En la poblada área del Gran Buenos
Aires, los índices de pobreza caen del 37,1 al 9,6. Y en la región patagónica,
donde la situación social es la mejor de todo el país, los índices de pobreza
total son del 23,2 en el año 2001 y se repliegan al 5,8 en 2010 (Cippec, cap. 3,
página 58).
Como conclusión de este recorrido relevante de datos, entre
el cierre de la convertibilidad y los tiempos que corren, sólo cabe agregar que
los mismos son impactantes en cuanto al progresivo y firme horizonte de progreso
social y justicia distributiva que ha tenido lugar en esta nueva etapa. La
fuente de las estadísticas que corroboran esta información es de procedencia
insospechada y no se la puede acusar de ser cercana o afín a las ideas de
quienes han conducido el país en los últimos nueve años. Es posible afirmar,
entonces, que el debate en torno de la bondad del proyecto de desarrollo vigente
desde el año 2003 ha sido definitivamente cerrado con los datos transcriptos,
que puntualizan los evidentes beneficios que para los sectores sociales que
menos recursos e ingresos tienen ha venido deparando la política económica del
desarrollo con inclusión y equidad social aplicada en la reciente
década.
* Investigador principal del Conicet.
MI OPINIÓN Debo expresarles amigos que mi pensamiento está sujeto a todas las críticas posibles, especialmente porque, tratándose del poder, siempre pienso que algo se está cocinando. |
Guillermo Anderson Anderson Interesante. Como quiera que resultaría un atrevimiento opinar sobre lo que sucede en Argentina pues mis conocimientos, muy pocos, no pasan de leer de cuando en cuando el Diario "El Clarín" y con menor frecuencia "Página 12", hablaré del Perú e imaginando que es gobernado por un grupo progresista que, lentamente pero sin pausa, está reduciendo la atroz desigualdad heredada;, lo que debemos entender como cierto siguiendo la petición del señor Giacosa de pensar por nuestra cuenta, que se evidencia en mejoras en la educación, la salud, transporte, calidad de vida en general. Corolario de esos pequeños e individualizados avances termiknan más temprano que tarde en un importante desarrollo de las masas secularmente desprotegidas, es decir mejor educadas y demás beneficios, por lo tanto un potencial interlocutor para los intereses que los mantuvieron postrados; ojo, hago un alto, el nivel educativo de los argentinos (de las masas) en mi opinión es superior al nuestro, en consecuencia habrán de pensar los ricos en frenar tantos logros, naturalmente, no pueden decir que !hasta aquí no más!, si fuera rico y poderoso, lo que haría es evitar que sigan mejorando ¿Cómo?, pues sosteniendo que el País se encuentra en su mejor momento y debería seguir así, mientras por lo bajo busco pactar con el Gobierno a ver de que manera me devuelven el favor para que no vea amenazada mi haciendo y todo lo que ella contiene, no sé, puede ser un disparate lo que estoy escribiendo, pero dudo mucho que los ricos se queden sin hacer nada cuando es probable que la enorme tajada de la torta corre peligro de reducirse.
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