Hoy, los partidos políticos
incluyendo al del gobernante de turno iniciaron un diálogo que, por el bien del
País los peruanos esperamos resulte fructífero.
Las opiniones en cuanto a su
oportunidad y resultados están divididas, no obstante, los problemas coyunturales, los de fondo se
debaten en el “Acuerdo Nacional”, por lo menos en versión del Economista Sr.
Javier Iguiñiz, merecen la mayor cooperación, el narcotráfico, la inseguridad
ciudadana, la trata de personas, en este tema, es de relievar el ingreso de
prostitutas al territorio nacional ¿cómo lo hacen?, ¿quién controla el
meretricio?, preguntas sueltas, amable lector, las respuestas me son ajenas.
En este diálogo debería, es mi
percepción, priorizarse los tres temas a, los que me he referido, sería
lamentable que la denuncia de congresistas narcos, pase por los arreglos de costumbre, significaría, si ello
sucediera, que el último baluarte de los humanos se habría perdido ¡la conciencia!, si en verdad deseamos
un mejor destino, es insoslayable se investigue la denuncia hasta sus últimas
consecuencias.
La inseguridad ciudadana, es otro
asunto de enorme trascendencia, los delincuentes cometen sus fechorías con absoluta
frialdad, no les importan las cámaras, la luz del día ni quien o quienes sean
sus víctimas, la violencia doméstica que sufren las mujeres y no muy lejos las
que ellas aplican a sus parejas, el caso de la “novia cachetada” es
significativo. Más, a mi juicio, este
estado de zozobra en el País y la familia, no son producto de ninguna “organización criminal”, es el
sistema, es la famosa “zona gris” con la que nos ilustraba el Abogado y
Siquiatra alemán Hans Middendorf,
No es el desarrollo lo que incentiva la
violencia, como afirmara un miembro del Ejecutivo, es la fragilidad de
regímenes democráticos débiles, la desigualdad, la corrupción, ¿Qué pensaría
usted si el tema de los supuestos congresistas narcos se guardara en la carpeta
del olvido?.
Pienso que es improbable que el asunto anterior corra esa suerte, el pueblo
terminaría perdiendo la poca fe en la viabilidad del Perú y que nuestros hijos
y/o nietos podrían recibirlo seguros y con oportunidades iguales en el
desarrollo personal, las consecuencias serían inmanejables.
Pienso que la cordura, la buena
fe y voluntad permitirán que las ideas se impongan a las ideologías de las que
ya estamos no sólo cansados sino hartos.
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