Diego
Macera
14.02.2019
/ 08:30 am
Noticias
frívolas hay en todo el mundo. Notas de prensa sobre asuntos menores que
interesan, por lo general, solo a una minoría con acceso a lugares y servicios
exclusivos. En el Perú, el reporte de la inauguración de un nuevo local en el
bulevar de Asia o el cierre de una pequeña calle cercana al Golf de San Isidro
pueden demandar más atención en algunos medios que temas de coyuntura nacional.
Ello no quiere decir que esas coberturas periodísticas no importen, pero sí que
su relevancia para la gran mayoría de peruanos es muy limitada. Son noticias
para una minoría privilegiada.
Lo
interesante es que, sin darnos mucha cuenta a veces, tratamos los asuntos
nacionales supuestamente más importantes, generales e inclusivos de manera
similar. Un ejemplo claro es la reciente conversación general sobre la caída de
los fondos de las AFP durante el año pasado. Por la cantidad de titulares,
columnas de opinión y espacios televisivos y radiales, cualquiera pensaría que
se trata de los ahorros previsionales de todos los peruanos. La verdad es que,
en un mes cualquiera, solo 3 millones de los casi 17 millones de peruanos que
trabajan aportan a una AFP. Entre el 80% de peruanos de menores ingresos, la
tasa de afiliación no llega al 30%. ¿Quiere decir esto que no importa lo que
pase con las AFP? No, por supuesto que importa, pero sí quiere decir que este
es un debate que le es directamente relevante a una minoría compuesta, en buena
parte, por las personas menos necesitadas del país. El problema con el sistema
previsional privado –y lo que se debería estar debatiendo– no es que pierda
plata (de hecho, no lo hace; en promedio de largo plazo es más rentable que
cualquier depósito a plazo fijo), sino que es ajeno a la gran mayoría.
COMENTARIO
El
meollo de la columna es, no hay duda, es el tema de las AFP y la introducción
obligaba al autor tocar el tema antes que ningún otro.
Antes de opinar debo coincidir con el autor que todo
lo que se toca, por ejemplo, las menciones del columnista al comenzar su
trabajo, reflejan la situación de
nuestra sociedad y las que –supuestamente deben interesar a la mayoría en
realidad son leídas por una minoría de la mayoría interesada y silenciosa, las razones no son ni por asomo
las que nos desea vender el señor Macera, ¿Por qué? Primero, no es cierto que
sólo el 30% del sector más pobre (80%) sean clientes de las AFP, si sólo fuera
el 30% que, en realidad sería el 25% aproximadamente, las pensiones promedio del Sistema Privado de
Pensiones“ que publica la SBS y las AFPs sería mayor, por otro lado, NO es cierto
que por ese bajo porcentaje los informales no se interesen en el tema, la “Ley
pulpin” y la desenfrenada ambición de los
empresarios dueños de las AFP para captar a ese vasto sector y engrosar
más sus ya recargadas “talegas” y la oposición para que ello sucediera no fue
poca cosa y un mentís previo al “gato por liebre” que el señor Macera pretende
hacernos creer.
Si desean INCLUSIÓN en el sector
previsional privado y público ¡¡DIGAN LA VERDAD!! Comparando ambos sectores y
no informen parcializadamente, por ejemplo, si cierto es que en la ONP la jubilación de un
trabajador formal o uno aportante independiente, se reconoce al cumplir 20 años de
aportaciones y que en las AFP se pueden jubilar sólo con un año de aportes,
TAMBIÉN digan que la pensión por un año de aportes incluida la rentabilidad en
40 años no pasaría de los S/. 10.00 mensuales y completarla indicando que si no se ha acumulado una suma superior a los
S/. 5,000.00 no PUEDEN JUBILARSE CON s/. 10.00 MENSULES Y se les devuelve el
dinero acumulado, igualmente PRECISEN que quién cumplió la edad de jubilación y
no acumuló los 20 años puede seguir aportando hasta cumplir con la exigencia y jubilarse en la ONP.
“Lo mismo pasa cuando nos enfrascamos en grandes
debates nacionales sobre las regulaciones y beneficios laborales para los
empleados formales. Hablamos constantemente de vacaciones, sobrecostos, salario
mínimo, el derecho a no ser despedido y los asientos ergonómicos requeridos por
Sunafil, cuando la verdad es que a casi el 80% de trabajadores –informales e
independientes– esto le es absolutamente irrelevante. Aquí es incluso más
grave, porque son precisamente estas regulaciones y beneficios los que en parte
impiden que más gente acceda a la formalidad. Pero no faltan quienes levantan
banderas para –en nombre de la inclusión– defender los beneficios de una
minoría formal que en promedio gana S/2.400 al mes, mientras la mayoría informal
queda fuera del debate nacional ganando en promedio S/908. Lo que sucedió con
la llamada ‘ley pulpín’, en la que varios defendían los beneficios de apenas
ese 10% de jóvenes que trabajan formalmente a costa de excluir al otro 90%, fue
paradigmático.
Otro caso. Cuando hablamos de provisión de agua urbana
a través de las EPS, de las tarifas, de la calidad del agua y de los riesgos de
aniegos como el de SJL, dejamos de lado el verdadero problema de la EPS: su
ausencia en las zonas más pobres y la falta de servicio en hogares que sí
tienen conexión, pero no agua (según Sunass, la continuidad es de 16 horas al
día en promedio, aunque la cifra está probablemente sobrestimada). Como en las
anteriores situaciones, aquí el reto principal es la inclusión en el sistema.
¿Por qué no enfocamos algunos temas desde una
perspectiva más inclusiva? Una explicación puede ser que aquellos que tienen
voz en el debate (periodistas y políticos, por ejemplo) pertenecen a la minoría
ya incluida, lo que sesga su mirada. Otra explicación pasa por la complacencia
política a la que algunos sistemas ineficientes y excluyentes están anclados.
Sea como fuere, lo cierto es que, en el Perú, aún cuando tratamos de hablar de
los grandes temas nacionales, en realidad seguimos cayendo en esa obsesión por
los ya privilegiados.
COMENTARIO
Es muy gracioso el señor
Macera en el párrafo precedente, primero su mención sólo interesa a los
privilegiados a los que han vivido siempre del esfuerzo de otros, los que no
tienen nada NO pueden, NI debe desear que SE LES QUITE A LOS QUE TIENEN y que
ellos sigan igual de olvidados y superexplotados, mucho menos para darles a
ellos.
El debate es como INCLUIR a
los que NO TIENEN sin restar un céntimo a los que tienen, tampoco a las mujeres
que gozan de beneficios mayores a los del varón PRECISAMENTE por ser mujeres.
Otro
caso. Cuando hablamos de provisión de agua urbana a través de las EPS, de las
tarifas, de la calidad del agua y de los riesgos de aniegos como el de SJL,
dejamos de lado el verdadero problema de la EPS: su ausencia en las zonas más
pobres y la falta de servicio en hogares que sí tienen conexión, pero no agua
(según Sunass, la continuidad es de 16 horas al día en promedio, aunque la
cifra está probablemente sobrestimada). Como en las anteriores situaciones,
aquí el reto principal es la inclusión en el sistema.
¿Por
qué no enfocamos algunos temas desde una perspectiva más inclusiva? Una
explicación puede ser que aquellos que tienen voz en el debate (periodistas y
políticos, por ejemplo) pertenecen a la minoría ya incluida, lo que sesga su
mirada. Otra explicación pasa por la complacencia política a la que algunos
sistemas ineficientes y excluyentes están anclados. Sea como fuere, lo cierto
es que, en el Perú, aún cuando tratamos de hablar de los grandes temas
nacionales, en realidad seguimos cayendo en esa obsesión por los ya
privilegiados.
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