martes, 1 de febrero de 2022

UN CUENTO DE TERROR

UN CUENTO DE TERROR

 

Se paseaba nerviosa por su amplia, vetusta y cómoda casa, olvidó en esos momentos sus obligaciones en el hogar que le hubiera gustado compartir con sus cinco hijos y esposo, ya no le importaba, veinte años de mala educación tenían un precio que debía pagar, sus ojos se humedecieron, ¡quiero ver muertos a ese par de malditos! contrajo sus manos, temblaban por la tensión al cerrarlas, y un fulgor demoniaco iluminaba su mirada empañada aun al recordar su soledad.

Había comprado, coimeado e incluso prometido favores a las autoridades judiciales para demorar los juicios que ese par de viejos le habían interpuesto, no estaba obligada a darles de comer,  la vieja sufría de la mente su esposo se conservaba fuerte, ya no tenían nada material  todo se los quitó en complicidad con su perverso marido, la vieja estaba a sus pies y  la manipulaba a su antojo pero no doblegaba la fortaleza espiritual del anciano luchador, no aceptaba, la todavía buenamoza mujer, en su sed de revancha juvenil, que su próspera vida, la casa, los autos y la educación universitaria de  sus hijas mayores, tan perversas como ellos eran, se la debían al apoyo económico de esos, hoy, zarrapastrosos viejos, ¡que vengan a rogar ese par de desgraciados si quieren comer!.

Todas las noches la anciana tocaba la puerta, guardiana de insospechados secretos de las familias que vivieron en tan antigua morada, para recibir sobras, muchas gracias hijita y se retiraba, mientras un llanto incontenible de furia derramaba su padre.

 

 

 

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