He querido escribir esta nota hoy
y no ayer que era su día. La primera razón ha sido el olvido y la segunda,
intentando justificar lo injustificable,
porque hubiese sido uno más de los comentarios difundidos por la prensa
en toda la República.
En mi vida han existido seis
mujeres, mi madre Maura Betty, la señora Luisa, mi segunda madre, mi primera
enamorada Sara, mi amada esposa María Jesús, mi hija Mirtha Carola y una mujer
que por su tenaz lucha por sobrevivir y mantener a sus hijos después de ser
abandonada por su compañero he llegado a querer intensamente, Lucía es su
nombre, está muy lejos físicamente pero por siempre estará en mi corazón.
En homenaje a quienes debemos
nuestra presencia en el Mundo,
representadas por las seis mujeres de mi vida, me permito esta breve, difícil y emotiva nota
de amor hacía ellas.
Hoy en día la igualdad de género
ha alcanzado la más alta prioridad en las relaciones humanas, las mujeres han
demostrado en esa lucha intensa el coraje y decisión de las madres que ha sido
y es, por lo menos para mí, su función principal, enfrentando las contingencias
de vivir apoyadas por ese don natural y maravilloso.
Hoy en día también, el ser madre
está ocupando un segundo plano, centrado está el debate en su desarrollo y
realización personal, aspiración de cualquier humano y no puedo estar en contra de ello, por
otro lado, las organizaciones feministas libran una dura batalla a nivel
mundial para evitar la violencia contra la mujer –permítanme decirles que hay
mujeres que le pueden dar verdaderas palizas a los hombres- la libertad de decidir cuando deben o no ser madres.
He aprendido de las mujeres de mi
vida –ninguna de ellas, por cierto, interesada en la igualdad de género, ni
cuando deberían o no ser madres, es probable, de haber existido luchas semejantes
en los tiempos que les ha tocado vivir, por lo menos en su fuero interno, no
estaría escribiendo ni ustedes amigas, amigos leyendo estos garabatos- en
primer lugar la valentía inigualable de mi esposa, la sabiduría de mi querida
segunda madre, la fortaleza ante la adversidad de mi madre y de Lucía, el amor
inmenso de mi hija por sus hijos y de Sara de quien recibí mi primer beso
(tenía 15 años) pude ver la luz cegadora de la ilusión.
Es pues mi homenaje a la mujer
como madre, ha de bastar serlo para que nuestras queridas compañeras o las que
por esas cosas de la vida conocimos demasiado tarde, hubiésemos deseado que lo
fueran, para que la valentía, sabiduría, fortaleza, amor por sobre todas las
cosas, fluyan como un manantial en cada una de sus decisiones.
Un beso intenso para las seis
mujeres de mi vida y para todas las mujeres de nuestra Amazonía y para todas
las que han leído este último abrazo.
2 comentarios:
Leer estos garabatos (como tu le llamas) ha sido un honor. Yo he sido remiso en haber hecho algo semejante. Mi honor es mencionar Aqui a cinco mujeres mi abuela Julia que me enseñó la intensidad del verbo amar. Segunda mi madre Pura. Una luchadora tenaz y que me enseño a amar a otras y respetarlas. Mi primer amor Carla. Con ella aprendí a ser hombre. Mi amada esposa Ruth. Con ella he aprendido tanto que la lista es interminable y continúa aún ahora. Pero sobre todo me enseño a amar porque si. Porque el amor es digno de ser. Y por último mi hija Ruth Alexandra en quién he visto plasmarse lo que he aprendido. Que Dios las bendiga a todas.
Fr. Iván Emmanuelli
Iwec3041@gmail.com
Buena Guillermo
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