sábado, 31 de marzo de 2012

A propósito de la violencia contra la mujer

Lean el ejemplo –inventado- que a continuación expongo para luego, en función de él, opinar sobre la violencia contra la mujer.

“¡Juana! (se encontraba en otra habitación del pequeño departamento) el florero de cristal y las rosas que te he regalado no deben estar en el closet, ¿no te parece?, querido deseo que estén allí., pero es ilógico, ¡como se te ocurre poner un florero en el closet!, Juana se acerca y dice, ¡quiero que estén ahí!, ¿tienes algún problema?, ¡por su puesto dice Manuel!, las flores son para adornar ambientes abiertos y no para estar escondidas, ¿Qué estás pensando hija?, ¡me da la gana esconderlas!; idiota, exclama el esposo, al tiempo que levanta la mano, ¡pégame imbécil para que veas como te denuncio y te meten preso!, Manuel con la ira contenida, coge el florero y lo estrella contra la pared”.

Bien, desde hace varios años no sólo en nuestro país sino en todo el Mundo occidental se inició la lucha contra un abuso que resulta incalificable.

Lo curioso es que, por lo menos en el Perú, en lugar de disminuir las golpizas o el maltrato sicológico contra nuestras compañeras o las que lo son a medias, éstas han aumentado.
Recientemente, hemos tomado conocimiento como una mujer quemada por su compañero fallece como consecuencia de ese acto criminal y antes otro similar de desfiguración de rostro, siendo que las noticias nos informan diariamente sobre estos hechos de mayor o menor gravedad pero jamás justificables.

Se estrenan en apoyo de esa lucha inventos como el “feminicidio”, pero al agresor le importa un tuétano la espada de Damocles que pende sobre su cabeza. ¿Por qué? Veamos:

En la vida cotidiana –debe entenderse que estamos excluyendo la política o los desacuerdos entre profesionales- se suele decir: “Nunca discutas con una mujer, por mucha razón que tengas, siempre perderás”, no obstante las relaciones humanas no son tan simples y las reacciones frente a los estímulos inesperadas.

Toda la campaña contra la violencia y los mensajes que contienen, están dirigidos,  como es obvio, al público objetivo; en consecuencia, no sólo se debe escuchar, leer o ver los mensajes, es necesario procesarlos. Ese interiorizar  que la naturaleza debería proporcionarnos (el respeto mutuo) demanda que el receptor tenga un mínimo sentido común, educación de calidad y disposición para mejorar.

Tengo la suerte y a veces la desgracia de escuchar a la Terapeuta Carmen Gonzáles, para ella y debería tener razón, no estoy calificado para cuestionar como aplica su profesión, TODOS los  problemas de relaciones humanas se han gestado o incubado en la infancia, por tanto, a todos los “etiqueta” y corta con la misma tijera, en muchos casos sin siquiera escuchar el problema concreto, por ejemplo, una mujer que es abusada, maltratada por su esposo, se relaciona íntimamente con la figura de la madre maltratada y busca (la hija) un marido maltratador, de manera que, pretendo entender, las hijas que han visto sufrir a la madre en manos de su padre a quién por ese hecho guardan rencor, buscan un humano del sexo opuesto que las maltrate y oportunamente hacer con él lo que no pudieron hacerle al padre.

La sociedad peruana no está preparada para cambios cualitativos, especialmente por formación, la lucha feminista –en el  caso del problema abordado- lo ha complicado porqué en esa lucha, que se ha centrado básicamente en la ciudad, justa en su objetivo al punto que, gracias a ella la mujer citadina, hoy en día, no tiene nada que envidiar al hombre y éste mucho que reclamar si de igualdad hablamos.

Si la campaña contra la violencia que sufre la mujer no está dando el resultado esperado, lo lógico sería repensar el problema, tengo una teoría y la explico:

Es natural y exigencia por la diferencia de género que el hombre, considere, respete y trate con delicadeza a la mujer, sucede y esto viene de muy antiguo, en una discusión entre mujer y varón se cumpla el aforismo “tienes razón pero vas preso”, por lo tanto, cuando el hombre usa la fuerza bruta para que la mujer acepte que está equivocada, la sociedad reacciona contra el iracundo varón y este comportamiento ha ido degenerando dando inicio a la lucha por castigar al abusador; pero, siempre y en todos los temas que abordemos existe un pero, SÍ a la “natural” fragilidad de la mujer a quien en una discusión  se le da la razón aunque no la tenga por haber recibido un golpe o una paliza, argumentando mil y una razón que sustituya la violencia, le agregamos para impedirla una campaña con mensajes macizos de porque una mujer NO debe permitir se le maltrate, pregunto, ¿no será que la mujer está mal interpretando  la defensa que la sociedad realiza para su bienestar?

Volvamos a leer el ejemplo con el que inicié esta entrada, es un absurdo lo del florero e incluso me dirán que no es un ejemplo válido; las relaciones de pareja son de suyo más complejas que determinar donde debe ir un florero, y en ellas los desatinos de una y otra parte superan inconsistencias peores que la expuesta, luego, si la mujer por cuestión natural sabe que el varón no puede agredirla y que a ella se suma la protección de la ley, podría asumir conductas tan absurdas y aun más que la del florero y esa doble protección en lugar de calmar al varón puede producir el efecto contrario, es decir, si el sabe que tiene razón y la mujer lo amenaza con meterlo preso si le toca un pelo, de pronto tal cuestión lo encolerizará más y se ensañará con su esposa, compañera o amante.

Salvo mejor parecer.




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