He aquí el artículo:
Julio Fernando Injoque
2 de junio a las 8:16 ·
Reproduzco esta nota que bajo el
título de REBELIÓN, se proclama una posición ATEA, MATERIALISTA Y ANTICLERICAL,
que comparto en gran parte y pertenece a Pedro L. Angosto, a propósito de
Atahualpa Yupanqui, el cantautor argentino que nos regaló eso de "Preguntitas
sobre Dios":
"No tengo empacho alguno en
declararme ateo, materialista y anticlerical. Soy ateo no por decepción, sino
por convicción. Jamás esperé nada del mito, nunca creí en milagros, ni siquiera
en algunos tan festivos y jocosos como ese que dicen obró Jesús de Galilea en
una boda convirtiendo el agua en vino para regocijo de todos sin que el
Espíritu Santo recibiese el preceptivo aviso: Ojalá él y sus seguidores se
hubiesen dedicado exclusivamente a eso, a convertir el agua en vino, las balas
en besos, la ambición en solidaridad, al menos en los cuentos, en los
propósitos, en sus prédicas. No creo en Dios, ni creo que los hombres necesiten
a Dios para nada, salvo los medrosos, los apocados, los que nada esperan de
esta vida o los que sufren desgracia tras desgracia y en su desesperación se
entregan al cielo con la esperanza del consuelo o de una vida mejor después de
la muerte. A estos los respeto, los comprendo y los quiero. Nadie nace ciego
por voluntad propia.
Sin embargo, estoy convencido de
que Dios y sus amigos si necesitan a los hombres, desde el principio, desde que
el Verbo se hizo carne, incluso desde antes, cuando el hombre desnudo veía
salir el sol y llegar la noche, cuando contemplaba el furor de las tormentas y
los vendavales, el desbordamiento de los ríos, el rugir de los volcanes, los
deshielos y las sequías pertinaces, cuando el más fuerte, no el más
evolucionado ni el mejor ni el más bueno, cambió el miedo humano a las leyes de
la física, por el miedo a las fábulas imponiendo castigos y recompensas a
capricho. No, no creo en Dios, me importa un bledo su existencia, inexistencia
o evanescencia, su poder omnímodo, su maldad o su bondad, su infierno y su
cielo, sus vírgenes y sus santos, sus iglesias, sus predicadores, su forma líquida,
etérea, sólida, gaseosa, antropomorfa o mineral, lo que dicen que dijo a
Moisés, a Abraham, a Mahoma o a Monseñor Escribá de Balaguer antes de subir a
los altares o tener calle en Zaragoza: Si los hombres –unos pocos, quienes lo
hicieron del barro- no lo hubiesen querido, Dios no habría nacido, ni las
guerras, ni los cruzados, ni los alcabaleros, ni los diezmos, ni las tercias,
ni las conquistas, ni los cristianos, ni los católicos, ni los presbiterianos,
ni los taoístas, ni los budistas, ni los musulmanes, ni los judíos, ni la
inquisición, ni los talibanes, ni la Santa Cruzada española, ni los adoradores
del dinero, ni los gudaris sanguinarios, ni los torturadores de toda laya, ni
los legionarios de Cristo, ni el Opus Dei, ni la madre que los parió.
Todo es obra del hombre, del
hombre perverso, del hombre en estado de corrupción pura, que no es otro que
aquel que promueve y otorga carácter inmutable a un sistema que se basa en la
explotación del hombre por el hombre, que esparce la muerte por toda la faz del
planeta con una sonrisa en los labios, que destruye la naturaleza a sabiendas
de que no le pertenece, que inventa espejismos para dormir a los que han sido
dormidos con tantos cuentos que ya no tienen resuello ni siquiera para bostezar
y encuentran placer y consuelo en el sueño eterno de los espejismos
inacabables, inabarcables, inaprensibles.
¿Qué aporta la idea de Dios a los
seres vivos, inteligentes o no, racionales o no? ¿Qué les ha aportado además
del miedo, de la esclavitud, de la explotación, de la guerra, de la muerte, de
la extinción, del odio, de la intransigencia, de la violencia, del fuego, de la
mentira esencial, de la castración mental, del arriba y abajo, del capitalismo
salvaje y destructor, de la ceguera y la resignación? Nada, absolutamente nada.
Cuando el hombre inventó a Dios, no lo hizo pensando en el bien de sus
semejantes, sino en dominarlos, en ponerlos a su servicio, en atemorizarlos
hasta extremo tal que difícilmente osaran contestar, desobedecer, rebelarse.
Los hombres esclavos, los hombres castrados por siglos de terror, cegados por
el invento divino y dirigidos por quienes llevaban a Dios en una mano y en otra
la espada, construyeron pirámides descomunales en vez de casas decentes;
saquearon campos infinitos cultivados por seres resignados para levantar
templos inmensos que acrecentaran aún más el miedo a lo sobrenatural, a lo
desconocido, a lo incierto; invadieron países, crearon imperios, saquearon
suelos y subsuelos, blandieron la espada y la maza, el cañón y el misil, para
defender los privilegios de los que eran enterrados bajo los altares; se
batieron contra el liberalismo, contra la democracia, contra el socialismo,
contra la emancipación del hombre, contra la libertad, contra la justicia,
contra la igualdad, contra la fraternidad, contra la Razón.
No, Dios no existe, pero ha sido,
es muy rentable para la “buena gente”, para los que no tuvieron ni tienen
reparo alguno a la hora de clavar mil puñales en la espalda del prójimo, y del
mundo entero, con tal de quedarse con la hacienda, con tal de que los otros
aprendan como fueron, son y serán las cosas. Dios no existe, pero de su nombre
y en su nombre viven miles de cuervos negros y de todos los colores, cuervos
con tirabuzones, cuervos tonsurados, cuervos rapados, cuervos con turbante,
elegantes cuervos con traje de Armani, cuervos que disponen la vida y la
muerte, que juegan con la enfermedad, que reparten el pastel quedándose con la
mayor parte de él. Y por eso, y por otras muchas cosas que contar no quiero,
soy materialista, porque creo que ningún hombre debe ser menos que otro, que
todo ser humano debe poder satisfacer sus necesidades fuera de la esclavitud,
con un trabajo digno, limitado, seguro y adecuado a su personalidad que le
permita vivir en libertad, cultivar su sustancia intelectual, sensorial y
sentimental, educar a sus hijos en el saber humanista, en la solidaridad, en el
amor a la naturaleza, en el desprecio hacia los explotadores, los
estraperlistas y los carroñeros; porque creo que la vida no es una carrera de
locos que corren hacia ninguna parte, que no estamos aquí para competir unos
contra otros, a costa de otros, sino para disfrutar de la belleza y paliar el
dolor, propio y ajeno, para mandar al carajo los escritos sagrados y sus
amenazas insolentes y despiadadas; porque creo en la justicia terrenal, en una
justa y obligada distribución de la riqueza que posibilite a todos, morenos o
blancos, negros o amarillos, arios o gitanos, capacitados o discapacitados,
tontos o listos, guapos o feos –ningún mérito tiene lo que viene con uno al
nacer- ser felices sin aspirar a tener más de lo que la decencia y la buena
educación aconsejan; porque pienso que las flores no se cortan, se miran, y si
se cortan para hacer un bonito ramo de flores, no se entregan a los muertos,
sino a los vivos; no se ofrecen a los santos a cambio de una parcela en la
tierra o en el cielo, sino a un amigo o a un desconocido que pasa por nuestro
lado. Soy materialista, en fin, porque estoy plenamente convencido, tanto como
el más ciego de los creyentes, de que es aquí, debajo del sol, las estrellas y
las nubes, junto al mar y las montañas, rodeado de árboles y animales, donde el
hombre tiene su casa, su única casa, una casa de la que apenas ha construido
los cimientos, una casa que no le pertenece y que ha de cuidar con todo el
esmero del mundo para legarla más bella a quienes la habiten después. No hay
oraciones que valgan, no sirven los sermones ni las parábolas mansas, la tierra
nos llama, nos llaman los hombres que pasan hambre y necesidad, apelan a
nuestra conciencia los desheredados, los desplazados, los marginados, los que
nunca supieron del esplendor sobre la yerba ni la gloria de las flores. Es
aquí, en el solar que piso, que pisamos, donde podemos construir el paraíso,
sólo hace falta poner manos a la obra, prescindiendo para siempre del mito, de
quienes lo inventaron y sustentan para que todo siga igual, como Dios manda.
Y por eso, y termino pacientes
lectores, soy anticlerical, porque como decía el olvidado Atahualpa Yupanqui
Dios es un capitalista al que gusta lo fastuoso y comer en la mesa de los
ricos, al igual que a sus discípulos, predicadores y seguidores. Porque las
iglesias, del tipo que sean, siempre estuvieron con los poderosos, siempre
contra la libertad, siempre contra todo signo de progreso, siempre contra la
voluntad del pueblo, contra su soberanía, contra su felicidad, amparando a
explotadores, genocidas y tiranos; porque el clero dejó para ese Dios que
inventó lo del más allá y decidió, sin ninguna duda, que su reino si era de
este mundo, únicamente de este mundo y que este mundo era de su exclusiva
competencia.
Cada vez que oigo a un cura
inmiscuirse en las cosas que incumben a las personas normales, meter su hocico
en lo temporal, intentar obstruir las leyes que el pueblo se quiere dar para
mejorar su existencia o ponerle un final digno, pienso que no estamos tan lejos
del hombre de Atapuerca, que hemos evolucionado poco, muy poco. Si fuese de
otro modo, hace ya tiempo que la casta clerical habría desaparecido por su propio
peso, por el peso de su patética y cruel historia.
MI OPINIÓN
José Guillermo Anderson
Muchísimo de lo leído lo comparto, pero creo en Dios, no obstante la compasiva
visión que de los creyentes en un ser supremo tiene el señor Angosto, que
curioso apellido para un humano que analiza al hombre y el "invento"
de Dios.
¿La evolución de la especie
humana es sólo producto de la naturaleza?, existen tantas maravillas en nuestro
planeta que no tienen explicación concreta comenzando por nuestro cerebro.
Situémonos sólo en nuestra
realidad, la del Perú. Ayer un alemán, Director de la ONG "Mundo
azul" fue entrevistado en RPP con ocasión del "Día del Ambiente"
y puso los puntos sobre las ies en cuanto a nuestro comportamiento y haciendo
suyas las expresiones de los turistas con los que ha conversado resumió lo que
es el Perú, un bello País lleno de basura por todos lados.
¿Acaso no es cierto? ¿Quién
ocasiona que los canales de regadío se colmaten?, ¿Quién es responsable de la
suciedad en lo ríos más allá de la sedimentación natural?, ¿Dios?, La vida es
un milagro la muerte un misterio que comprende la vida, ¿Cuan responsable es
Dios de estos dos acontecimientos?, ¿Una nueva vida como decisión de la pareja
es responsabilidad de Dios?, ¿Si muere un bebé o un humano de 100 años es
responsable Dios o es consecuencia de la vida?.
Dios es misterio un resultado
sostenido por la fe, NO existe la verdad como la entiende un materialista como
el señor Angosto, estoy de acuerdo con él y sus referencias a los cuervos, pero
Dios es FE y las sombras NO lo representan, NADIE lo representa ÉSTA es
CREACIÓN del hombre que, no obstante los miles de años transcurridos el humano
no puede separar los cuervos de la FE, y ello mi estimado amigo Injoque es
producto humano y no de cualquier humano, sino del rico y poderoso avasallando
y manipulando la mente de sus esclavos con una educación justo a su medida,
aquella que NO permite pensar sino seguir, ejemplo, El CADE UNIVERSITARIO y la
Universidad ISIL y seguramente alguna otro por ahí NO SON PROFESIONALES NI
EDUCAN PROFESIONALES respectivamente, FORMAN SEGUIDORES DE UNA CORRIENTE DE
PENSAMIENTO y la expresión de esa formación.
DIOS ES FE, no necesito miradas
compasivas por aceptar la existencia de un supremo ser que nunca he visto pero
que la maravillosa naturaleza me permite PENSAR que así es.
Finalmente amigo, en conversación
anterior usted trajo a colación una parte de este importante pensamiento pero
citando otro nombre como autor ¿O me equivoco?.
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