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| Explosión Salvador Dalí |
Estoy en vigilia,
pensando, pensando,
el último de mis cigarros
acaba de dejar su huella
en la muerte y la desesperanza
con la que no vienes ni con la que te vas.
quisiera soñar,
más un aura negra inquieta
las grises madrugadas
de la estación que nos
regala vida y mayor desigualdad.
Tengo el cabello hirsuto,
contrahecho el rostro
con la impotente y perdida
mirada de furia del Ilota de Esparta,
buscando respuestas
que no encuentro
ni aun auscultando la tenue
oscuridad que esconde
el fondo de mi alma.
No existe un respiro sano,
sino es el sístole,
¡acaban de morir diez niños!,
es el diástole,
¡espantado y bronco,
veo el macabro y patético
juego de la ignorancia!.
Me duele este cuerpo efímero
cargado de nostalgia,
de amores idos, de intentos vanos.
el mundo no me ha cambiado,
ha puesto vallas
que crecen al compás
de mi esfuerzo
por alcanzar metas más altas.
No interesan las guerras
¡menos las vidas humanas!
¡es el dinero
y su repugnante importancia
lo que cuenta en la arcana vida
de la perturbada holganza!.
El gélido “manager”
lento pero sin pausa,
una y otra vez,
señala con el índice acusador
la incipiente fuerza Bizarra
que durante XX siglos,
amenaza sus autos,
sus yates, su alma vendida
al poder que de todo prescindirá,
cuando
este envuelto en su negra mortaja..
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