Una salita sin importancia
De esa hermosa etapa de mi vida, no he podido conservar, dos o tres poemas semejantes en su finalidad a los versos que siguen pues, en la vida universitaria como declarara líneas arriba, bulle con frenesí un espíritu contestatario y, aun cuando enfrentaba severos conflictos personales, era sólo cuestión de tiempo para que fuera ganado por la corriente imperante, es este poema un acercamiento al olvido milenario de los desposeídos.
¿Han observado la ventana bruna de silencio sepulcral?
!Aquella, la de esa casucha!
Hoy están ausentes disputas y ebriedad.
¿Extraño verdad?
Sólo asoma gualda, triste y grácil,
una figura de mujer
con aromas vesperales,
está muriendo su nena linda
¡y no lo puede evitar!
¿La recuerdan?
La de los huesos largos
y vientre prominente,
la que tomaba té por desayuno,
almuerzo y ¡presente!
La vehemencia del sístole,
la paciencia del diástole
acompañan su pena y su andar,
todos conocen su llanto,
todos calientan asientos,
todos debaten, ceñudos,
conspicuos, ¡absurdos!
¡Hipócritas de lotería!
¡Zombis embriagados de vanidad!
¿Han observado la ventana bruna de silencio sepulcral?
Hay rumor de soledad en mis neuronas,
Flaquea la tenue luz de mis quimeras.
¿que parecidas no?
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