Aldo Vásquez
La propuesta del presidente Martín Vizcarra para acortar su mandato y el de los congresistas electos en 2016, para posibilitar una salida a la crisis institucional en la que el país se encuentra enfrascado desde hace tres años, debe analizarse en dos planos: el político y el constitucional.
Desde el punto de vista político, el planteamiento parece adecuado. El entrampamiento del país se evidenció desde el momento mismo de la asunción del presidente Kuczinsky al gobierno. La animadversión del Congreso fue puesta de manifiesto de inmediato. La lideresa de Fuerza Popular anunció entonces que llevaría adelante su plan de gobierno desde el Legislativo, ignorando que los elegidos para conducir el país fueron otros y no su mayoría parlamentaria. Las primeras escaramuzas de ese enfrentamiento se saldaron con la censura de Jaime Saavedra, reconocido por propios y extraños como un magnífico ministro de Educación. Los desafíos y amenazas no cesaron hasta la caída del propio Kuczinsky, forzado a renunciar luego de haber superado por estrecho margen una votación que buscaba su destitución por incapacidad moral.
El presidente Vizcarra tampoco tuvo tregua. Fue hostilizado de modo incesante desde que tomó a su cargo el liderazgo de la lucha anticorrupción. Una mayoría congresal, amistosa con personajes vinculados a la red del caso lava juez, puso cuanta zancadilla estuvo a su alcance para frenar las necesarias reformas de la justicia y del sistema político. La tensión entre los poderes públicos ha desbordado ya el campo de la política, afectando las expectativas de crecimiento, mientas el riesgo de recesión empieza a cernirse sobre nuestra economía, con graves consecuencias en el empleo y en la calidad de vida de los peruanos.
El impase no parece encontrar cauces de solución. Ante ello, resulta políticamente razonable acabar con la crisis por la vía de unas nuevas elecciones, que pongan término a un enfrentamiento sin fin. Las elecciones anticipadas, en caso de acordarse entre Ejecutivo y Legislativo, traerían otros actores a la vida pública, nuevas ideas y renovados empeños.
COMENTARIO:
Quién asume la presidencia de una Nación, en el caso de Vizcarra por renuncia del elegido por la voluntad popular, quién además, no cuenta con mayoría en el Congreso, una de las razones por las que la oposición se ha enfrentado al Ejecutivo y que a la fecha se ha visto debilitada, escenario que el actual administrador del País NO pudo ignorar, de suerte que, el liderazgo a ejercer no era a mi juicio una lucha "cuerpo a cuerpo" sino gobernar para las mayorías y la ocasión la tenía a la mano, LA RECONSTRUCCIÓN DEL NORTE , más, después de dos años de los desastres naturales queda mucho por hacer, en lugar de ello se enfrascó en su, puedo decir, legendaria lucha contra la corrupción, cortar cabezas cueste lo que cueste, manipuló a la población presentándose como el lider que esperaba, dejó entrever que e dirigía las investigaciones de "Lava jato" y ¡encontró el nicho que buscaba! alimentando el descontento ciudadano con la aparición de vídeos y los delicuentes de cuello y corbata empezaron a desfilar, pero no quiso dejar la cresta de la ola y siguió con la muletilla "lucha contra la corrupción" acusando a la mayoría opositora de mil y una felonías, luego ocurrió el terremoto en Yurimaguas, excelente oportunidad para demostrar que era más que un loro repitiendo su discurso emblema, ¿En que ha quedado todo?, por el momento no se oyen quejas.
Cuando una persona, en ete caso, Jefe de Estado aunque fuere de "chiripa", debe dirigir un club de barrio o a una Nación tiene que tener un plan de gobierno, Vizcarra NO lo tenía ni lo tiene; En suma, es él quién ha azusado el conflicto que terminó de calentarse con "Tía María"
Pero, toda su cansina perorata de lucha contra la corrupción fracasa cuando propone el adelanto de elecciones y alega que no lo dejan gobernar, ¿Realmente Vizcarra ha gobernado?, En mi concepto NO. ¡Es el prmer responsable de la crisis" y no se diga que la oposición no lo deja.
Desde la óptica constitucional, está claro que el Presidente está habilitado para presentar iniciativas de reforma de la carta magna. Existe además en nuestro país el precedente ocurrido en el 2000, cuando la caída del régimen de Alberto Fujimori arrastró al Congreso de la República, debiendo recortarse su mandato a solo un año y posibilitando así las elecciones generales de 2001. La figura de las elecciones anticipadas es recurrente en las mayores democracias occidentales, aunque frecuentemente en regímenes parlamentarios. Están reguladas en Alemania, Australia, Canadá, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Italia, España, Suecia y el Reino Unido. También lo están en el régimen semi presidencial francés.
Quienes temen que un eventual proceso electoral afecte las inversiones y la estabilidad económica, deben admitir, por el contrario, que es mejor voltear ya la página del enfrentamiento entre poderes, para dar paso a la voluntad popular. Es comprensible la postura de los congresistas, aferrados a su curul. No se entiende en cambio la de ciertos voceros empresariales que parecen confiar la estabilidad del país a una mayoría parlamentaria carente ya de legitimidad social y política, en lugar de respaldar con firmeza las reformas políticas y de la justicia por las que clama la ciudadanía y por las que se apuesta hoy en espacios tan reputados como el Foro Económico Mundial o la OCDE.
COMENTARIO
No puedo comentar nada a lo que ya he expuesto en entradas anteriores, porque nada sostiene el antecedente que cita el columnista, la situación en el año 2000 era, de lejos, muchísimo más grave que la actual añadiendo que ningún Parlamente le hace las cosas fáciles al gobernante de turno.
¿Se va a perjudicar el pueblo? inflación, escasez, acaparamieto, especulación, en mi concepto !!NO!!, y su cinismo (el de Vizcrara) es extraordinario menciona los S/. 80.00 de aumento a los pensionistas después de 18 años de estar congeladas no tiene nombre salvo en los retrasados mentales.
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