LA QUE DESPRECIA A SU MADRE SE DESPRECIA A SÍ
MISMA Y A LA VIDA -- Bert Hellinger
Cuando una hija odia a su madre se odia a si misma y desprecia a la vida. A no engañarse, pues la soberbia se disfraza sutilmente, entonces quien desprecia la vida, la pierde.
Tomar a la madre es un
proceso de purificación espiritual que requiere tiempo, mucha humildad y es el
inicio del Camino del Amor Sano y Maduro que estamos todos llamados a recorrer.
Vale aclarar que se trata
de una actitud interior de agradecimiento y honra por la Vida recibida de
nuestros padres, no se trata de estar físicamente con ellos, ya que la misma
Vida nos impulsa a ir más allá, a dejar nuestros padres para formar nuestra
propia familia, hacer nuestro propio camino.
El filósofo alemán Bert
Hellinger observó que sentir ese agradecimiento nos da fuerza vital para seguir
hacia adelante; mientras que si hay resentimientos en nuestro interior producto
de nuestros vínculos primarios (nuestros padres), esto nos impide una vida
libre y liviana; por el contrario, se nos presentan situaciones que nos
ratifican ese resentimiento; y esto sucede al servicio que podamos liberarnos
de esa carga del pasado. Insisto, es una actitud interior que nos vuelve
fuertes y libres para hacer nuestra propia Vida.
Por otro lado, en casos
de vínculos dolorosos con los padres, el proceso de liberación será más difícil
de transitar; pero es el desafío de quien le haya tocado ese destino, dejarlo
atrás con agradeciendo por la vida recibida y seguir hacia adelante, sirviendo
a la Vida, pues es lo que nos hace felices y plenos.
Esta reflexión y
ejercicio basado en las enseñanzas de Bert Hellinger, tienen como propósito
vivir desde la verdad de nuestra historia, con aceptación de aquello que nos
haya tocado como destino en nuestra familia, y a través de este “si a la Vida
tal como fue y tal como es”, recibiremos la fuerza vital necesaria para hacer
nuestro propio camino de vida, y cumplir el propósito que nuestro Ser Esencial
vino a experimentar a este planeta. ¡Así sea!
Una actitud que conduce a enfermedades graves es la negación del hijo de tomar a sus padres con amor y de honrarlos como sus padres. Tales hijos se elevan sobre la tierra porque ante un cielo u otra instancia superior se consideran mejores y elegidos. Así, por ejemplo, existen casos de enfermos de cáncer que prefieren morir antes que inclinarse ante su madre o su padre. -Bert Hellinger
Vas a tomar una foto de
tu mamá o una hoja con su nombre, y la colocas en una silla delante tuyo, como
a unos 2 o 3 metros, y la miras mientras estás de pie.
Vas a mirar a tu mamá mucho
tiempo, hasta poder dar un pasito hacia ella, y otro y otro, hasta poder
acercarte a la foto y ponerla en tu corazón.
Mientras le miras, le
puedes decir: mamá, te extraño, me has dejado muy sola, mamá estoy muy enojada
contigo, muy enojada, te necesito tanto mamá…
Si hay odio, siéntelo
profundamente, y luego lo dejas ir… lo sueltas… lo entregas a Dios: “Por favor
Padre libera las memorias de dolor, rechazo, abandono, soledad, odio, venganza,
miedos, ira, celos, envidias, divisiones, enfermedades en mi, en mi familia, en
la familia humana. Gracias, por favor…. si….” Y sigo entregándome a la vida
como es.
¿Quién es Bert Hellinger:
Bert Hellinger fue un
teólogo y espiritualista alemán, conocido por ser el creador de las
constelaciones familiares, una hipótesis de terapia familiar en el contexto de
la psicología sistémica ... Wikipedia
Cómo mirar a nuestra
madre
Pocos entre nosotros han
mirado a su madre de cerca. ¿Quién puede decir que ha visto a su madre,
realmente visto, así como es? A continuación un ejercicio de cómo aprender a mirarla.
Cierra los ojos.
Nuestra madre fue niña
una vez, igual que nosotros. Tuvo padres, nacida en una familia determinada,
con sus destinos particulares, que a ella la han afectado y formado. A veces,
alguien murió demasiado pronto, tal vez la madre o el padre o un hermano. O
quizá estuvo alguien muy enfermo y todos se han preocupado. De niña ella
también se preocupó y quizás dijo: estoy dispuesta a hacerme cargo de esto para
que a otro le vaya mejor. Ya de niña fue acarreada por un destino ajeno.
Así la miramos. Y de
repente nos percatamos de lo siguiente: nuestras expectativas o nuestras
pretensiones con respecto a ella ignoran por completo lo que su alma ha movido,
lo que su alma ha tomado de ella a su servicio para otro propósito. ¡Qué
extraño resulta entonces el exigir y desear interiormente, y decirlo también,
que ella esté totalmente aquí para nosotros, que no piense en nada más que en
nosotros! ¡Qué pobres somos pues en nuestra alma! ¡Qué alejados del amor y de
la felicidad!
Lo primero que nos queda
por hacer es mirar a nuestra madre cómo a una mujer corriente con una historia,
con una larga historia por parte de su familia. Esta historia la ha hecho
humana, es decir imperfecta y justamente esta imperfección la hace
especialmente bonita y simpática.
El comienzo de la
felicidad es poder ver a nuestra madre con su humanidad y quererla tal como es.
Entonces prácticamente nada se opone más a la felicidad. Esto es el comienzo de
la felicidad que permanece. La madre es la relación divina más grande para
nosotros, no tiene la menor importancia como sea ella. Cómo madre es una
revelación divina y nosotros nos quedamos frente a ella con devoción.
Y la vida detrás de la
madre.
¿Cuál es su rostro? Es el
rostro de DIOS. El rostro de de la vida detrás de nuestra madre es el rostro de
Dios. Ambas, la vida y la madre, son una grandeza inconmensurable. Y nosotros
como criaturas, en sintonía con nuestra madre y con la vida, nos hacemos
grandes, con una grandeza indoblegable en el amor.
¿Un secreto más de la grandeza? Esta grandeza es “alegre”. El crecimiento personal es también un aprendizaje base para poder luego trabajar. Y ahora la aplicación práctica de éste ejercicio. Si un cliente se acerca con un problema ¿Cómo comienzan? Ustedes se imaginan extendiendo los brazos hacia su mamá y más allá de ella, hacia la vida. Y tal vez entonces tengan que hacer muy poco. ¿Por qué? porque los juegos de la muerte terminan entonces.
¿De qué sirve entonces lo demás, nuestro deseo de serles, tal vez, superiores, de hacerles reproches y presentarles quejas? ¿Qué hacemos pues, frente a este espíritu? ¿Qué nos pasa cuando nos atrevemos a desearlos de otra forma de lo que fueron? ¿Estamos todavía en el amor hacia ellos, tal como son? ¿En el amor hacia sus padres, así como eran? ¿En el amor hacia su destino tal como fue?
Preguntémonos si aún
estamos en el amor hacia todos los que estuvieron antes que ellos y cuya vida,
con sus experiencias y sus sufrimientos nos benefician en un movimiento común,
que nos abarca a todos con igualdad y donde todos se encuentran aún presentes.
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