miércoles, 31 de mayo de 2023

ANTES DE MORIR LA VIDA PIDE TIEMPO Y ÉSTE ES TAN ESQUIVO COMO EL TIEMPO MISMO EN ESTA ERA

En su lecho de muerte, cuentan, que Wolfang von Goethe, pedía LUZ MÁS LUZ, en la hora actual la humanidad pide tiempo, y es entre muchas otras necesidades del humano actual, un requerimiento a "sotto voce" pero no hay tiempo, el conocimiento en nuestra era es privilegio de muy pocas personas y, al mencionar conocimiento, debe entenderse como la suma del saber humano, plasmado,(mientras en las sombras de la ciencia se gestaba otro que es un campo inexplorado para la inmensa mayoría de la humanidad, la inteligencia artificial que en sus inicios acumulaba velocidad en la información), en las obras de científicos y grandes pensadores a los que alude el señor Falla Carrillo y ciertamente la razón lo acompaña "prima facie"cuando piensa en el tiempo para interiorizar el conocimiento que podamos alcanzar (una ridícula cuota de éste) antes de escribir críticas basadas en el "datismo" que menciona, tal vez acierte cuando aspira a que la niñez y la juventud cuenten con el tiempo necesario para aprender, fatalmente el tiempo de los humanos en formación NO depende de ellos sino del que le puedan dedicar padres y maestros.

Cuando cursaba el Segundo año de mi carrera de Abogado, FABIO SOTO CAJAN (no sé como recuerdo su nombre) nos decía lean ahora porque cuando se reciban NO tendrán tiempo.

Una de las causas del bajo índice de competencia de los profesionales en Derecho, especialmente los que se creen jueces y fiscales por haber sido "premiados" con tal responsabilidad,  ejerciéndola  con absoluta impunidad cuando nos remitimos a sus torpes decisiones, son el resultado de la falta de tiempo, VEAMOS: 

Se necesita cubrir una necesidad en el campo de la IN   -  JUSTICIA, es absolutamente previsible que escojan a los menos preparados, los dispuestos a las coimas porque su preparación no da para más y fácilmente manipulables, amigos de los amigos de los que tienen la facultad de decidir quien ingresa al gremio del DESPROPÓSITO.

Estoy en franco desacuerdo con la columna del señor Falla Carrillo, NO necesito tiempo para leer, me bastan  un par de minutos, por ejemplo,  para leer sus columnas que las espero con inquietud porque me obligan a pensar,  y elaborar mis conclusiones sobre su contenido.

Nunca tuve tiempo para educarme como los niños ricos, mi padre nunca tuvo tiempo para ser un rico, siempre fue sometido al poder de estos, las necesidades mínimas por satisfacer le costaban enorme esfuerzo a veces sin éxito,  pero era ÍNTEGRO, RESPONSABLE hasta el llanto, el ha sido mi ejemplo y a mis 75 años a unos pasos o a punto de tocar la puerta que me llevará a un destino desconocido en el que espero ver a mi querido hijo Harold Mariano, lo único que no tengo es tiempo.

HE AQUÍ LA COLUMNA DEL SEÑOR RICARDO FALLA CARRILLO.


Darse tiempo para conocer y crecer

Ricardo L.  Falla Carrillo

por Ricardo L. Falla Carrillo

 

29 de Mayo del 2023 9:28 AM · Actualizado el 29 de Mayo del 2023 9:28 AM

El aprendizaje profundo de las cosas precisa de tiempo. Tiempo para meditar la experiencia vivida y extraer conclusiones de ella. Tiempo para formarse un juicio después de indagar en nuestros pensamientos, en la observación de la vida o en la lectura pausada de lo que nos interesa y motiva. Sin el tiempo adecuado, la información no se convierte en conocimiento. 

Para conocer/leer el mundo, se requiere de tiempo; tiempo para asombrase de ese conocimiento, para saborear ese conocimiento, para asimilar ese conocimiento e interiorizarlo.

Para conocer/leer el mundo, se requiere de tiempo; tiempo para asombrase de ese conocimiento, para saborear ese conocimiento, para asimilar ese conocimiento e interiorizarlo. | Fuente: Pexels

En el Primer coro de la roca, uno de los poemas más hermosos y ricos de T. S. Eliot, el célebre poeta norteamericano se interroga: “¿Dónde quedó el conocimiento que hemos perdido en información?”. Es decir -según el premio nobel de literatura de 1948-, en el mundo moderno hemos errado al confundir el conocimiento con información. Los datos, referidos a hechos o a procesos, no necesariamente nos llevan a la gnosis, pues ésta – la gnosis- nos conduce hacia el saber y a la curación por medio del saber.  En una perspectiva profunda, el conocimiento posee una dimensión salvífica, pues nos auxilia para prevenir los “naufragios de la vida” (bella metáfora de Hans Blumenberg), dentro de la trama de la existencia humana entendida como una travesía. Con la información desmesurada, el “dataísmo”, no se forma una conciencia del mundo y de sí mismo. Pues la conciencia de uno, estar en el quicio, implica un proceso de asimilación e interiorización de ideas y de experiencias que sólo es posible si nos regalamos el tiempo para conocer. 

Al final del prólogo de su obra “Aurora” (1886), el importante Friedrich Nietzsche nos ofrece una de las más bellas reflexiones sobre el papel del tiempo para el conocimiento de las cosas, elaborando una suerte de “elogio a la lentitud”. Cuenta Nietzsche que él asumía el acto de escribir como una labor paciente, donde se piensa cada palabra, al modo de un artesano; dándose el tiempo adecuado para elaborar sus reflexiones. De ahí que el “cantor de Zaratustra” nos invite a leerlo con paciencia, lentitud y con arte, es decir, desde “el arte de leer”. Pues, así como también hay un arte para escribir, también hay un arte para leer. “El arte al que me estoy refiriendo no logra acabar fácilmente nada; enseña a leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, con unos ojos y unos dedos delicados. Pacientes amigos míos, este libro no aspira a otra cosa que a tener lectores y filólogos perfectos. ¡Aprended, pues, a leerme bien!”. 

Extrapolando estas reflexiones nietzscheanas a los distintos campos posibles del saber, ¿qué precisa este “arte de leer”’? Precisa de tiempo, de silencio interior y de la clara disposición para leer el mundo exterior y el universo interior. Darse tiempo para descubrir que en el acto del conocimiento consciente hay una dimensión salvadora y terapéutica, pues el saber profundo de las cosas nos protege del prejuicio, de confundir la falsedad con la verdad, de quedarnos en los peligrosos detalles sin reconocer la esencia de un asunto y de regodearnos en la superficie de los procesos y eventos. Para conocer/leer el mundo, se requiere de tiempo; tiempo para asombrase de ese conocimiento, para saborear ese conocimiento, para asimilar ese conocimiento e interiorizarlo. De ese modo el conocimiento sirve de guía a fin de conducirnos en la travesía de la vida. 

En una dimensión utópica, lo mejor que le podríamos obsequiarle a un niño o a una niña, a los jóvenes, es todo el tiempo necesario para conocer las diversas capas de sus mundos, para que puedan indagar sobre sus búsquedas y los modos de encontrarlas.

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