martes, 18 de diciembre de 2018

Vela Barba contra el Fiscal de la Nación.

En una institución, aunque sea un cubil de corruptos, o quizás por serlo, debe respetarse el ordenamiento que regla su funcionamiento, no hacerlo evidencia gravísimo resquebrajamiento  del principio de autoridad, es inadmisible que un subalterno le diga al jefe de la institución cómo debe hacer su trabajo.

Mas, cuando el administrador del País no quiere verle la cara al jefe de la institución, cualquiera que esta sea,  los que se sometían al poder del jefe no querido por el mayor hipócrita de nuestra historia republicana, se fortalecen y utilizando los medios, sea por iniciativa propia, obedeciendo órdenes cargadas de promesa o especulando en catapultarse como un nuevo "pro hombre",  se enfrenta desde su pequeñez a quien antes le debía respeto.

Los reyezuelos de coyuntura por el efímero  respaldo ciudadano, presumen de su poder  y del apoyo que gozan. pero  muy pronto revelarán que nada los diferencia  del mal querido si, en efecto este fuera un corrupto.

El Jefe de un organismo como el Ministerio Público puede solicitar de  los niveles inferiores las  veces que le de la gana la información total, parcial o puntual, de uno o de todos los expedientes o partes de ellos, que tengan bajo su responsabilidad los subalternos sin afectar la independencia en el ejercicio funcional, sin perjuicio de las coordinaciones que puedan requerirse, la meta es la búsqueda de la verdad, por lo menos la que fluye de las pruebas aportadas, pensar que el Fiscal de la Nación  es un mero observador de la actividad de los fiscales inferiores no es correcto, de ser así, que se elimine la figura del Fiscal de la Nación y que el Ministerio Público sea dirigido por un cuerpo colegiado.

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