sábado, 25 de noviembre de 2017

ALFREDO BULLARD, las AFP y Banco de Pensionistas

Alfredo Bullard en su columna de hoy, sábado 25 de noviembre de 2017 opina sobre el proyecto de la “Comisión de protección Social”, antes, El Decano de la prensa nacional en su Editorial del 20 de noviembre hace lo mismo, compartiré con ustedes el texto íntegro de ambas opiniones a las que previamente agregaré la mía. Esta es:

BANCO DE PENSIONISTAS

Por ser un ex - aportante del sistema privado de pensiones, haber retirado el 95.5%  de mi fondo, presumo de conocer un poco la estafa de las AFP a los trabajadores, dejando en este blog evidencia incontestable de lo que afirmo.

Mi propuesta ha sido conformar un Banco de Pensionistas, desaparecer  ambos sistemas (público y privado) trasladando el ahorro de los trabajadores a esta nueva entidad financiera cuyo directorio debería estar integrado por trabajadores en actividad, pensionistas, el Estado y un representante de la actividad privada.

Alfredo Bullard termina su columna con la siguiente frase:

“Quitarnos la decisión sobre nuestro dinero es robar. Y, como dice el dicho, “el Estado persigue el robo porque no le gusta la competencia”.

Sostiene, por otro lado “El Comercio”, en concordancia con Bullard que,  crear un ente centralizador del aporte de los trabajadores al final los  perjudica. Veamos:

Estoy de acuerdo en que un humano  no tiene que pagar los platos rotos por la ineficiencia de un tercero, sin embargo, las AFP roban el dinero de sus clientes y no tienen ninguna voluntad de que sus futuros pensionistas estén representados en sus “directorios”, tampoco asegurar una rentabilidad mínima y para pagar pensiones ridículas CON EL PROPIO DINERO  de sus clientes, han creado un engendro “la expectativa de vida” que hoy es de 110 años y pretenden aumentarla, en cristiano, un peruano tiene la posibilidad, según las AFP por intermedio de la SBS (compinche en estos abusos) de vivir hasta ciento diez años o más, en consecuencia, es indispensable asegurar que, si superan los 80 años –expectativa real- debe pensarse que podría vivir 110 años o más y proveer de fondos para cubrir la longevidad del cliente, pero ello sucede CON TODOS ellos, es decir las AFP conservan el DINERO DE SU CLIENTE multiplicado por el número de afiliados ya jubilados QUE RECIBIRÁN una pensión menor a la que realmente les corresponde y la diferencia se queda en manos de las AFP que seguirán “invirtiendo” ese dinero sin que los afiliados sepan cuanto es y si se incorpora a su fondo de reserva, recuerdo aquí que esta posibilidad se da en la modalidad de RETIRO PROGRAMADO el tema de las compañías de seguros a las que la plata de los clientes de las AFP LES LLEGABA SOLA tiene un tratamiento distinto del que no me ocuparé.

Con un Banco de Pensionistas –entidad financiera como cualquier otra- los pensionistas y trabajadores al tiempo que ahorran podrían acceder a un tratamiento crediticio con el respaldo de sus fondos y con un trato preferencial para estos debidamente regulado en cuanto a montos y formas de pago. Sabrán  por intermedio de sus representantes en el Directorio de este Banco cuál es su situación financiera, estaría abierto a la contribución de los independientes y las inversiones se realizarían con total transparencia sin las limitaciones que alegan tener las AFP en la actualidad. Naturalmente que el aporte a su fondo de pensión dejaría de incrementarse si se queda sin empleo, esta dificultad se soluciona si la demanda laboral es sostenida, un seguro de desempleo del que una parte se destinaría para su ahorro previsional.

El Estado es un LADRÓN no hay quién lo niegue, pruebas, en el campo de las pensiones  es irrebatible, hoy en día existen juicio a nivel internacional (CIDH) que afectan a más de dos mil peruanos que han ganado sus juicios pero que el Estado NO respeta las decisiones judiciales esperando que el viejo se muera pues es el único (el Estado) que puede soportar juicios de veinte o más años de duración.

COMPARTO AHORA el Editorial y luego la opinión de Alfredo Bullard por ser aquel anterior a ésta.

HE AQUÍ AMBAS POSTURAS:

EDITORIAL
Editorial: Gato en despensero
La propuesta de la Comisión de Protección Social para centralizar el mercado previsional trae más riesgos que beneficios.
 Editorial El Comercio
 CPS
La Comisión de Protección Social (CPS), nombrada por el Ejecutivo a inicios de año, presentó su informe final la semana pasada. (Foto: MEF)

Editorial El Comercio
20.11.2017 / 05:35 am

Las AFP no son las empresas más populares. Ello se debe en parte a que no forman parte de un mercado propiamente libre –basado en la voluntad de sus clientes–, sino que son un servicio obligatorio incómodo; en parte a que existe mucho desconocimiento en la población sobre el mercado previsional; y en parte también a sus propios errores y miopía. Es por eso que cualquier iniciativa legal que parezca perjudicar el negocio de las AFP en supuesto favor de sus afiliados automáticamente suma algunos puntos políticos. Ahí están para probarlo, por ejemplo, las normativas sobre el retiro anticipado, la disposición del 25% del fondo acumulado para la compra de la primera vivienda, o el retiro del 95,5% del fondo total al cumplirse la edad de jubilación.

Este contexto de animadversión popular y política hacia las AFP hace incierto el futuro del sistema previsional y posible reformas que perjudican –a la larga– a los afiliados. Curiosamente, una de las propuestas más recientes y potencialmente riesgosas sobre la reforma del sistema proviene no de una iniciativa de corte populista del Congreso, sino de la Comisión de Protección Social (CPS), nombrada por el Ejecutivo a inicios de año. Como se sabe, esta comisión tenía el encargo de sugerir propuestas en materia de salud, laboral y previsional, y presentó su informe final la semana pasada.

En concreto, lo que la CPS sugiere es la creación de una “entidad centralizadora” que se encargaría de gestionar toda la relación con los afiliados al sistema, recibir sus aportes, administrar sus cuentas, pagar los beneficios, y seleccionar vía licitación a los gestores de carteras de inversión (GCI) –entidades que reemplazarían a las actuales AFP–. Según la CPS, esta centralizadora “podría ser un ente público […], o un monopolio privado debidamente regulado”, para a continuación mencionar que “la ONP puede constituirse en la base de este nuevo ente centralizador, aunque pueden evaluarse otras alternativas”.

Si bien es cierto que teóricamente existen algunas ganancias de eficiencia en el proceso de centralización que sugiere la CPS, la verdad es que forzar una estructura monopólica elimina los incentivos de mejora que trae la competencia de mercado y es sumamente riesgoso –más aun si existe la posibilidad de que ese monopolio sea público–. La misma CPS menciona que la centralizadora “tendría que ser independiente, profesional, eficiente, bien regulada, y sujeta a estándares altos de gobierno corporativo, transparencia y rendición de cuentas”. En este punto, no puede uno dejar de preguntarse cuántas entidades públicas cumplen con esos mismos requisitos.

Más bien, por lo general, el monopolio público ha probado ser en el Perú una de las estructuras de mercado menos eficientes y competentes. La actual composición del mercado previsional está fragmentada entre las AFP, la ONP y Pensión 65, es ineficiente y es poco inclusiva, pero de todo ello no se desprende –ni de cerca– que la solución sea un monopolio público. Esto último abre además las puertas a potenciales intromisiones políticas y populistas en el manejo del dinero de los afiliados.

Como en otras secciones de su informe, en lo que respecta al mercado previsional, la CPS parece suponer que el Estado Peruano es más institucional y financieramente sólido de lo que en realidad es. Sus planteamientos –aparentemente inspirados en estados de bienestar europeos– parecen pasar por alto que un sector público que aún no es capaz de llevar agua o seguridad a sus ciudadanos –por mencionar dos ejemplos elementales–, difícilmente podrá gestionar eficientemente los miles de millones de soles de los afiliados del sistema previsional.

COLUMNA DE ALFREDO BULLARD

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/in-seguridad-social-alfredo-bullard-noticia-476563
los derechos de los individuos".


Alfredo Bullard25.11.2017 / 05:30 am
Friedrich von Hayek habla de las “palabras comadreja” o “envenenadas”. Son términos que agregados a otra palabra la convierten en exactamente lo contrario.
Una de esas palabras es “social”. Añada social a otra palabra y mágicamente la convertirá en su antónimo.
Democracia social es un sistema que traslada a la decisión sobre quién gobierna no a los ciudadanos sino a un aglomerado impreciso e inidentificable que se arroga la posibilidad de gobernar al margen de la verdadera voluntad popular.
Justicia social es la negación de la auténtica justicia, de la justicia “a secas”. Es un sistema en donde lo que es justo responde al sentimiento de la mayoría y no a los derechos de los individuos, los que pueden ser avasallados en la búsqueda de un supuesto fin superior.
Un derecho social es justamente un no derecho, quitándole la esencia individual a toda titularidad para difuminar sus límites y alcances en un abstracto indescifrable donde nada es de nadie y todo es de todos.
La propiedad social velasquista no fue sino una forma grosera de confiscación de la propiedad a sus titulares legítimos para desaparecerla.
Y el término “seguridad social” no se libra del efecto “comadreja”. Los sistemas de seguridad social han sido un simple juego de pirámide, un CLAE legalizado y forzoso, que conduce inevitablemente a la quiebra del sistema. Nada más inseguro que la seguridad social.
Siempre he estado en contra del ahorro forzoso. Creo en una sociedad de personas libres y responsables. Es cada uno, y no el Estado, el que debe decidir cómo y para qué ahorrar. El paternalismo de forzar a protegernos ahorrando nos convierte en individuos irresponsables e incapaces de beneficiarnos de nuestros aciertos y de responder por nuestros errores. Por eso no creo en el sistema de seguridad social pública como tampoco creo en el sistema de AFP. En ambos, el punto de partida es el paternalismo.
Pero hay que reconocer que, al menos, el sistema de AFP fue un intento de mejorar parte de lo que estaba mal, retirando la palabra “social” del lado de “seguridad”. El uso de un fondo individual nos devolvió en parte la posibilidad de ser responsables a través de nuestra elección, para elegir el destino que consideráramos mejor para nuestros ahorros. Por supuesto que es posible (y probable) que cometamos errores. Es consustancial con la naturaleza humana. Pero es mejor pagar por nuestros errores que por los ajenos. Porque no hay nada peor que pagar los platos rotos por otros.
El sistema de AFP al menos genera competencia. Al cambiar un sistema monopólico estatal por uno competitivo, teníamos la oportunidad de mejorar por nuestras propias decisiones.
La propuesta de la Comisión de Protección Social (otra vez la “palabra comadreja” se cumple, pues estamos ante una comisión que en realidad nos trae desprotección a nuestro ahorro) es un disparate sin pies ni cabeza. Con el argumento de crear competencia, crea en realidad un monopolio de dos caras: una para quitarnos a los ciudadanos el derecho a elegir y la otra para limitar la competencia entre las AFP convirtiéndose en un monopsonio de entrega de fondos.

Usted ya no elegirá su AFP. Enfrentará un monstruo parecido a la ONP en el que, como buen organismo de seguridad social, ya nada es de nadie y todo es de todos. Por supuesto que un ciudadano puede equivocarse al elegir su AFP, pero los funcionarios de una nueva versión de la ONP se van a equivocar. No tienen incentivo para hacer lo correcto. Será el Estado el que tendrá nuestros ahorros bajo su control. Le pregunto: si el Estado creara una AFP social, ¿le entregaría voluntariamente sus aportes? Yo ni loco. Nunca hubiera entregado voluntariamente un centavo al sistema estatal de seguridad social.

La socialización de nuestros ahorros es entregarlos al clientelismo, al populismo o ambas cosas a la vez. ¿Tiene alguna duda de que este u otro gobierno echará mano de nuestros ahorros cuando tenga un problema fiscal como se hizo sin asco en Argentina? ¿O que mañana el gobierno no expropiará nuestros fondos para gastarlos en aumentar su popularidad? Y es que la idea de “responsabilidad social” no es sino convertirnos a todos en unos irresponsables.
Quitarnos la decisión sobre nuestro dinero es robar. Y, como dice el dicho, “el Estado persigue el robo porque no le gusta la competencia”.


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