jueves, 26 de marzo de 2020

¡ESTAMOS PREPARADOS PARA MORIR?

César Peralta escribió, PALABRAS FINALES
Tenemos todo lo necesario para asumir la muerte: un riesgo real, tiempo, ausencia de pretextos para eludir el tema. Mi viejo truco de "si la muerte viene a buscarme, díganle que estoy muy ocupado por estos días", ha perdido sentido y gracia.
Casi todos los que mueren lo hacen por un desenlace imprevisto. Entonces en sus últimos minutos dicen: "si alguien me hubiera dicho que esto sería así, me hubiera tomado un tiempo para alistarme". Otros ni alcanzan a pensarlo.
Deberíamos encarar la muerte para este mes o el siguiente, con realismo y sin drama. Si no se confirma ese desenlace, será muy bueno empezar de nuevo, sin pendientes que saldar, como quien recibe una nueva vida de regalo. Si en cambio, la despedida tuvo sentido, que bueno haberse preparado. Nada que perder.
Pero además, con todo lo chusma que sea este virus, no tiene el monopolio de la muerte. Si el mismo se muriera en la totalidad de sus clones, la muerte no fallará en la visita inevitable que nos tiene prometida. Cada virus volando hacia nuestra nariz es sólo una resta potencial de tiempo.
Toca despedirse del cielo y su repentino azul. De los tonos verdes de los árboles. De los mimos de un perro, si cuentas con ese tesoro. De la ternura de tus niños, de la constancia afectiva de tu pareja, de tu modo de aportar con tu trabajo. De la música que le pone relieve a la vida, de los poemas que te representaron y de los que tal vez emergieron desde tu alma encrespada. Aprovecho el micrófono para despedirme especialmente de los 4 océanos que llegué a conocer y de toda persona que pensó en mi más de un segundo.
Toca despedirse de nuestras causas, de asumir nuestra sincera pequeñez, a despecho de nuestros temores y de confiar en quienes algo recogieron de nuestros anhelos que los harán valer hasta su propia muerte. Entender, aunque nunca completamente, que todo tiene un punto final, antes de la nada, como el que se vuelve inminente en este texto: .


José Guillermo Anderson, escribió:

La muerte sólo daría pena si, en el lugar que ha vivido cada quién, (País) hubiéramos aprendido de nuestro semejante, que luchamos por la igualdad y fuimos respaldados, que denunciamos abusos y fuimos oídos, que al hacer nuestro propio balance el resultado no sea el rojo, que no nos aprovechamos del más débil sin ser nosotros más fuertes, que no mentimos para beneficiarnos con la mentira y aumentar nuestro caudal, que no utilizamos nuestras virtudes para manipular, menos por nuestra conveniencia, que nuestro bienestar personal lo hayamos alcanzado con esfuerzo propio, no con las penurias de terceros, si estas pocas acciones existieran en cualquier País, la muerte no tendría ninguna importancia por que el propósito de la vida lo habríamos cumplido largamente. Acabo de leer una sentencia que dice más o menos así: "ES INÚTIL QUE UNA ABEJA INTENTE EXPLICARLE A UNA MOSCA, QUE UNA FLOR ES MEJOR QUE LA MIERDA, LA MOSCA NUNCA ENTENDERÁ PORQUÉ HA VIVIDO SIEMPRE DE ELLA."

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