Por un túnel de veinticinco metros, perras y perros sarnosos con las fauces abiertas y pestilentes lo persiguen en postas, por zonas, ¡ansían un pedazo de su piel o de su carne! siempre que sea mayor que el de las otras perras y perros malolientes, mucho mejor que comer vísceras putrefactas a las que están acostumbrados.
El monstruo no les hace caso sus dentelladas no las siente, veinticinco metros cavando el túnel le han enseñado muchas cosas, además, hay miles de monstritos creciendo que no necesitarán túneles.
Lo que acaban de leer se me ocurrió anoche, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Volviendo a la realidad me gustaría opinar sobre gente como Nicolás, Juliana, Glatzer, Milagros, Arturo o Rosa María entre otros mensajeros insomnes de la hipocresía, pero las tinieblas de sus almas y la perversidad con la que juzgan a los humanos y no sus motivos, en verdad no merecen un segundo de mi tiempo.
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