miércoles, 13 de septiembre de 2017

SEÑOR GONZALO PORTOCARRERO


Estoy compartiendo íntegramente el texto de su columna de hoy 13 de setiembre de 2017, es muy curioso por ser usted un ser humano muy inteligente, pide arrepentimiento como –para ejemplificar- que un hombre golpeador le pide a su víctima y ella y todos sus familiares le creen pero el sujeto NO cambia y seguirá golpeando a su mujer. Ahora, traslade usted el ejemplo a la conducta del sistema al cual pertenece, NO tiene usted derecho a pedir arrepentimiento en nombre de sociedad alguna, porque a lo largo de VEINTICINCO AÑOS ese sistema (el que usted defiende) ha ahondado la diferencia entre pobres y ricos  y cada cinco años prometen que cambiarán, como el sinvergüenza actual, Mr. Kuczynski y el pueblo vuelve a creer en SU sistema (el de usted señor Portocarrero) la corrupción se ha agravado y todos gritan, señalan, precisan tales felonías y luego callan porqué la mermelada es más importante, ¿por ventura lee usted diarios además del Decano?, lee el Diario Oficial “El Peruano”, ¿se han pronunciado –incluido El Comercio- usted y demás cófrades cómo se va a pagar los “bonos de la reforma agraria” aplicando mal lo dispuesto por el Tribunal Constitucional e INCUMPLIENDO sus disposiciones?, ¿Por qué no se pronuncia sobre la propuestas de José Garrido que  plantea la esclavitud moderna para los jóvenes?.

“Terrorista”, inteligente como es señor Portocarrero evita definirlo y se queda como todos reduciéndolo a la violencia como único camino para cambiar SU sistema ( el de usted señor Portocarrero) no existe una sola línea sobre los motivos que determinaron su aparición, de pronto, según usted y muchos como usted, aparecieron unos locos dispuestos a matar a gringos e indios porque las cara no les gustaban ¿verdad señor Portocarrero? Y encima mete miedo y toda la prensa vendida a Mr. Kuczynski y este a sus mentores, estigmatizando a un ser humano y denigrándola como para que reniegue de su patria y de las bestias como los citados que manipulan  a un pueblo ignaro para que hagan lo mismo EL MIEDO SE ACABÓ, ¿ACASO NO LO SABE?.

No merece usted respeto señor Portocarrero sus explicaciones y falta de entendimiento en el análisis del “terrorismo” por sus pares según nos los da a saber,  no justifican  el que practican usted, sus iguales y Mr.Kuczynski en perjuicio del pueblo, guárdeselos donde no llega el Sol.

Mientras más inteligente es el opresor más justo y reivindicador debe ser su castigo.

Soy sólo un viejo Y  NO TENGO MIEDO y espero que los pobres que piensan lean lo que escribo, más temprano que tarde el silencio explotará en su cara y la de gente como usted.

HE AQUÍ EL ARTÍCULO

Gonzalo Portocarrero
13.09.2017 / 06:00 am

Tiempo que quería escribir sobre el uso del término ‘terrorista’ en la clase política y en muchos sectores de la sociedad peruana. Y, también, sobre los supuestos de este uso. Este deseo nació del rechazo a la manera como se utiliza entre políticos y periodistas.
El hecho es que, a través de la generalización de este término, se pretende instituir una descalificación absoluta de la persona a la que se le asigna una afiliación o simpatía con Sendero Luminoso. La idea central es que un terrorista siempre ha sido, y continuará siendo hasta su muerte, un terrorista.
Me parece que este uso de la palabra ‘terrorista’ simplifica demasiado e impide comprender los avatares de la izquierda en el Perú, especialmente de los sectores más radicales: el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y, sobre todo, el Partido Comunista Sendero Luminoso. Nos guste o no, estos movimientos son –o han sido– realidades muy complejas y aún poco comprendidas.
Peor todavía: no hay siquiera voluntad de entenderlas. Entonces, se simplifica al extremo cuando se dice que la causa de la insurgencia y el violentismo obedecen al carácter “terrorista” de las organizaciones.
Estamos en el campo de las seudoexplicaciones que tienen en común el pretender comprender una realidad a partir de una suerte de “esencia”. Así como se atribuye a los imanes una “naturaleza magnética” que explicaría su propiedad de atraer al hierro, de la misma manera se postula que el “carácter terrorista” es el que impulsa a las organizaciones violentistas a toda clase de atentados.
Pero así se explica muy poco. Incluso no falta quienes descartan con orgullo las posibilidades de explicar y que acusan de terroristas a la gente que no se satisface con razones tan elementales. Se perfila una actitud dogmática para la que ya no hay nada que entender, pues la palabra ‘terrorismo’ lo explica todo.
Se trata de una respuesta que es explicable quizá en los primeros momentos, cuando la acción destructiva de Sendero atrajo el odio de una gran mayoría de la población. Pero que esta misma actitud siga vigente 25 años después de la “implosión” –o descomposición– de Sendero Luminoso tiene que hacernos pensar que el conocimiento que tenemos los peruanos sobre nuestro país es insuficiente y peligroso, pues la ignorancia de las mayorías, sobre todo de jóvenes, significa que no hemos aprendido ni madurado como nación.
Eso último se corrobora en el recelo con que la mayoría de los políticos toman el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. En lugar de profundizar en el conocimiento de nuestra realidad, lo que tenemos es el olvido y la ignorancia. Y quizá no debería extrañarnos tanto esta situación, pues si antes en las aulas escolares predominaba una visión crítica y dogmática del Perú, auspiciada por la izquierda, hoy en día está ocurriendo algo similar, salvo que esta vez la visión que predomina es el “emprendedurismo”.
En realidad, hoy Sendero Luminoso y sus organizaciones de fachada significan muy poco en la vida política y cultural del país. Y mucho por la propia y terca insensatez de su dirección, que se empeña en seguir reivindicando la violencia, aunque sea “teóricamente”, como instrumento de cambio social. No se entiende cómo así pretenden incorporarse al proceso político, pues sus integrantes no han hecho público un pedido de arrepentimiento y de perdón, de manera que empiecen a generar confianza en torno a la promesa de una ruptura definitiva con la violencia.
Lo más probable es que el dogmatismo y la soberbia de Abimael Guzmán impidan que la dirección de Sendero Luminoso pueda elaborar una autocrítica genuina. En todo caso, Sendero Luminoso sigue justificadamente proscrito de la escena política y el descomunal orgullo de Guzmán dificulta su evolución. Además, la supuesta membresía a Sendero se ha convertido en una acusación que apunta a desarmar cualquier protesta social.

El éxito del término ‘terrorista’ en el sentido definido más arriba pone de relieve la ausencia de un pensamiento mínimamente crítico en nuestro país, que estamos fijados en el odio y que nos es muy difícil cambiar. Ahora mismo, mucha gente tiene intenso miedo de la puesta en libertad de los senderistas que han cumplido sus condenas. Lamentan sus liberaciones e insinúan que habría que “desaparecerlos” para conjurar el peligro que significan.

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