lunes, 20 de abril de 2020

Alan García Pérez ¿Seguirá muerto?

Pocos días atrás,  se cumplió un año de la muerte del que fuera dos veces Presidente del País, muchos lo recuerdan como si estuviera en Aruba disfrutando del fruto de su despiadada inteligencia.

Deseo compartir la opinión de quién lo recuerda sin el aire del odiador a sueldo y lo que pienso de su opinión:


Carlos Becerra
20 de abril de 2019 · (Por eso lo considero un recuerdo)

EN EL LABERINTO DE UN POLÍTICO SUICIDA

(una vez más la pluma deliciosamente certera de César Peralta)

Una frase muy popular dice que "todo tiene remedio, excepto la muerte".

En la vida de una persona lo más importante es su vida. Se festejan los cumpleaños porque es un aniversario de haber llegado a la vida. Se lloran a los muertos porque ha perdido la vida.

La muerte es una derrota, la reducción a la impotencia máxima, aunque nos hayamos inventado cientos de frases de consuelo.

La muerte de Alán García, a través del suicidio, es su derrota total y definitiva. La realidad no le dejaba salidas honrosas. En mucho menos de una semana, el responsable en el Perú de la empresa Odebretch será interrogado sobre los sobornos relacionados a Alán García. Barata, que así apellida el funcionario, era amigo de Alán García (decenas de viajes juntos y decenas de reuniones) y por eso no lo incluyó en las primeras revelaciones. Pero el escenario ha cambiado. La justicia brasileña obtuvo pruebas que compartió con la fiscalía peruana, confirmando abultados sobornos. Y para rematar los problemas para Alán García, Odebretch hizo un acuerdo con la justicia brasileña y con la justicia peruana, para entregar toda la información de corrupción, a cambio de reducir sus responsabilidades y poder seguir funcionando como empresa. La condición para lograr esos beneficios, es decir la verdad, no entrar en contradicción con lo que dicen las pruebas. Y la verdad es que Odebretch tenía un sistema de coimas tan bien organizado, que los coimeados pensaban que los sobornos jamás se descubrirían. Los nombres eran cambiados, las entregas de dinero tenían rutas extrañas, se utilizaba bancos extranjeros, empresas creadas para ese fin, etc. Pero con el acuerdo y con lo que delataron algunos empleados encargados de estos procesos, ni Odebretch ni Barata tienen la capacidad para mentir o silenciar la verdad.

Alan García escribió en su carta de suicida, para justificar su decisión, que sus enemigos le han inventado calumnias. Si somos calumniados, lo que más deseamos es la oportunidad para demostrar que es mentira lo que se dice de nosotros. La inocencia nos da la fortaleza para luchar lo necesario hasta demostrarla. Nos da esperanza que la verdad salga a flote y termine la pesadilla. No sólo para defender nuestro nombre y honor, sino también para taparles la boca a nuestros acusadores. Pero sin esa esperanza, lo que resta de vida, realmente puede ser tan mala que la renuncia a la vida también es la puerta de escape para evadir lo que resulta inevitable.

A estas alturas, para quienes se conceden la oportunidad de pensar, que no tienen ningún compromiso de hacerlo como lo quiere el partido; las cosas están claras. Alán García se quedó sin salidas tras una larga lucha. Primero intentó sacar una ley para excluir a los políticos de ser investigados como una organización criminal, a través de sus peones congresistas. Como no le funcionó, intentó bloquear el acuerdo de la Fiscalía con la empresa Odebretch, utilizando a Chavarry, y utilizando a operadores como Victor García Belaunde y a sus aliados fujimoristas, para rasgarse las vestiduras diciendo que el Estado no estaba siendo suficientemente compensado con los montos de reparación. Esos mismos que luego se callaron cuando les recordaron las reparaciones que debe alberto fujimori.

Cuando el acuerdo finalmente se firmó, su nerviosismo e irritabilidad eran inocultables. (¿Se acuerdan de “demuéstrenlo imbéciles”?) El que si la debe, si la teme. Por eso sobre reaccionó frente a un simple impedimento de salida del país. Como siempre, dijo lo que más le convenía a su imagen, declarando que no le molestaba permanecer en su patria, que eso no era una molestia sino un privilegio. Pero empezó a tocar puerta de embajadas y casi consigue asilo en Uruguay. Pero el presidente de Uruguay, analizó bien el tema, y se desmarcó de proteger simples actos de corrupción so pretexto de persecuciones imaginarias.

Así sin salidas legales, con transferencias probadas, con cuentas de testaferros detectadas y cuantificadas, la partida estaba perdida. La cárcel y el escándalo no podría evitarlo ni la muerte. ¿Qué no? Tal vez si…

Si por ejemplo se mataba dejando una carta "a sus hijos" diciendo que era inocente, al menos podría mantener la fe de los que a pesar de todo creían en él. Seguro que seguirían creyendo la tesis de la persecución. Además, pararía las investigaciones y la obligación que sea el mismo el que cuente los detalles que faltan conocer. Porque los investigados tienen la obligación de esclarecer los hechos. Una obligación que el "heroico" doctor García Perez, que tampoco es doctor, no ha cumplido amparado en su muerte.

Entonces se afinan los argumentos, se prepara una carta para "los hijos" y que debe ser leída por todos e incluso hasta por los hijos que tal vez tengan una carta real y verdadera. En esa carta no hay ningún mensaje familiar, ninguna solicitud de perdón por los errores y por la vergüenza inevitable de estos hechos. Una carta hecha para las graderías, como parte de una estrategia.

El suicidio estaba listo para cuando llegara el equipo especial de fiscales y policías. La carta, sobre pensada, oración por oración, hasta estaba impresa, con su huella y su firma. El abogado y el secretario, listos para cumplir el primer encargo tras su muerte de decir lo que más convenía. Ejecutado el libreto, resulta un insulto a la inteligencia que, habiendo una carta, haya quienes sostengan que el suicidio se debió a torpezas de la fiscalía en la intervención, lo que provocó, según ellos, la reacción equivocada del suicidio. Entonces, es como si no se hubiera suicidado, sino que lo hubieran matado. Unos pasos adicionales de demencia calculada, desembocan en los gritos de "Vizcarra asesino". Sin embargo, la verdad oficinal, la más probable de las verdades, dice que una mano muy corrupta lo asesinó con un disparo. El dueño de esa mano es el verdadero asesino.
Fin de la conversación

José Guillermo Anderson Recordar las maldades de un ser humano, aunque este muerto, con las palabras justas y apropiadas, me parece un ejercicio de literatura, Alan García está MUERTO, para mí lo mataron, algún día se sabrá la verdad, en consecuencia, no se va a molestar, no regresará a vengarse, no responderá, no le importará que en su lápida algún fascineroso escriba ¡Aquí yace un muerto de "m...da!, tampoco jalará las sábanas al Domingo Pérez y la famosa carta, por supuesto que había sido digitada, impresa y firmada mucho antes, no podía pedir perdón, si lo hubiera hecho, no tendría objeto el escribirla, era su estrategia o se la inventaron los que le dieron vuelta.

Ya no interesa, por lo menos para mí, todas su felonías, si alguna o varias se llegaran a probar ahí están sus bienes que de alguna manera compensarán los ilícitos que le hayan sido probados.

Dejemos en paz a los muertos un día no muy lejano estaremos también muertos; ¿Ganarán algo nuestros enemigos, todos los tenemos, por cualquier razón, recordar la malo que fuimos en tal o cual tema puntual, podremos cambiar esas maldades, gozarán los enemigos al levantar polvo sobre la memoria del muerto, pretenden castigar a la viuda o a los hijos, no están dispuestos, a que sus hijos, los del enemigo y los del muerto,  olviden lo que hizo el difunto en su paso fugaz por este valle feraz que la indecencia de millones de humanos han convertido en una nauseabunda lucha por el dinero y el poder.

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