sábado, 13 de mayo de 2017

Alfredo Bullard, Corea del Norte y el Perú

El día de ayer regresé al segundo año de media, especialmente al curso de Historia Universal dictado por el Maestro “Devoto” (lamento no recordar cómo se escribe) sus clases eran para mí un viaje extraordinario al pasado de la humanidad y los minutos volaban quedándome siempre frustrado ante la imposibilidad de seguir.

Volví a aquellos años gracias a la disertación de un señor sobre  parte de la  historia de su pueblo espléndidamente expuesta intercambiando épocas y acontecimientos sin perder el hilo de la narración y los acontecimientos que la marcaron hasta nuestros días y la lucha por ser los directores y responsables de su destino, comprobé una vez más también, como las fuerzas de la permanencia ayer declaraban “A” porque la alternativa que se les presenta “B” no les convenía  y como después piden aplicar “B” por qué  la alternativa “A”  ya no les es útil, del mismo modo los cambios producidos no obstante los esfuerzos  de los amos del confort y la desigualdad por recuperar lo que siempre han creído les pertenece.

Grata experiencia la vivida y cumple en este instante dos funciones: la primera darles a conocer el nombre del “historiador ocasional” lo han acusado por estos lares y otros de rimbombante “democracia” que habla con los pajaritos o que le pide consejos a una vaca, sin obviar insultos de todo pelaje sobre su capacidad intelectual, Siii, ese mismo, estimado lector, el señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros.

La segunda es anecdótica y está referida a la columna del señor Alfredo Bullard indiscutido defensor de la desigualdad ejercida desde el poder mezcla olvido, miseria, desnutrición, paupérrima educación sin perjuicio de la sobonería más  asquerosa y no por las capacidades de cada quien, candidato a ser clonado en el futuro que el mismo vislumbra.

Como siempre en su artículo de los  sábados  y fiel defensor de su confort nos cuenta un cuento que, en esta ocasión podría ser verdad pero su torpeza en la comparación para hacernos creer en las bondades del sistema que defiende es mejor que cualquier otro, compara el desarrollo de las dos Coreas para, según su limitado proceso de evaluación, escogerse la “luz” y no la “oscuridad” siendo que la “oscuridad” es Corea del Norte, entonces si hubiese sido un buen vendedor de sebo de culebra NO debió comparar únicamente a las dos sino, dado el resultado comparar el desarrollo de Corea del Norte (el lado oscuro) con el del Perú en los últimos 60 años, recién entonces su cuento de esta semana podría ser creíble.
Les dejo el enlace y como siempre el último párrafo que es en suma a dónde quiere llegar:

“La historia de las dos Coreas es una fábula que ofrece al Perú una clara moraleja. La pobreza y el subdesarrollo pueden ser derrotados si se sigue la línea correcta. La libertad ofrece un camino luminoso y la ausencia de ella te conduce a la oscuridad. Los coreanos del sur y del norte se han enfrentado infinidad de veces a los mismos dilemas a los que nos enfrentamos los peruanos hoy y se han hecho las mismas preguntas. Han dado diferentes respuestas. Y han llegado a lugares muy distintos. Y es que hay que saber elegir entre la luz y la oscuridad.”

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