El día de ayer regresé al segundo
año de media, especialmente al curso de Historia Universal dictado por el
Maestro “Devoto” (lamento no recordar cómo se escribe) sus clases eran para mí
un viaje extraordinario al pasado de la humanidad y los minutos volaban quedándome
siempre frustrado ante la imposibilidad de seguir.
Volví a aquellos años gracias a
la disertación de un señor sobre parte
de la historia de su pueblo espléndidamente
expuesta intercambiando épocas y acontecimientos sin perder el hilo de la
narración y los acontecimientos que la marcaron hasta nuestros días y la lucha
por ser los directores y responsables de su destino, comprobé una vez más
también, como las fuerzas de la permanencia ayer declaraban “A” porque la
alternativa que se les presenta “B” no les convenía y como después piden aplicar “B” por qué la alternativa “A” ya no les es útil, del mismo modo los cambios
producidos no obstante los esfuerzos de
los amos del confort y la desigualdad por recuperar lo que siempre han creído
les pertenece.
Grata experiencia la vivida y
cumple en este instante dos funciones: la primera darles a conocer el nombre
del “historiador ocasional” lo han acusado por estos lares y otros de
rimbombante “democracia” que habla con los pajaritos o que le pide consejos a
una vaca, sin obviar insultos de todo pelaje sobre su capacidad intelectual, Siii,
ese mismo, estimado lector, el señor Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela Nicolás Maduro Moros.
La segunda es anecdótica y está
referida a la columna del señor Alfredo Bullard indiscutido defensor de la
desigualdad ejercida desde el poder mezcla olvido, miseria, desnutrición, paupérrima
educación sin perjuicio de la sobonería más asquerosa y no por las capacidades de cada
quien, candidato a ser clonado en el futuro que el mismo vislumbra.
Como siempre en su artículo de
los sábados y fiel defensor de su confort nos cuenta un
cuento que, en esta ocasión podría ser verdad pero su torpeza en la comparación
para hacernos creer en las bondades del sistema que defiende es mejor que cualquier
otro, compara el desarrollo de las dos Coreas para, según su limitado proceso
de evaluación, escogerse la “luz” y no la “oscuridad” siendo que la “oscuridad”
es Corea del Norte, entonces si hubiese sido un buen vendedor de sebo de
culebra NO debió comparar únicamente a las dos sino, dado el resultado comparar
el desarrollo de Corea del Norte (el lado oscuro) con el del Perú en los
últimos 60 años, recién entonces su cuento de esta semana podría ser creíble.
Les dejo el enlace y como siempre
el último párrafo que es en suma a dónde quiere llegar:
“La historia de las dos Coreas es
una fábula que ofrece al Perú una clara moraleja. La pobreza y el subdesarrollo
pueden ser derrotados si se sigue la línea correcta. La libertad ofrece un
camino luminoso y la ausencia de ella te conduce a la oscuridad. Los coreanos
del sur y del norte se han enfrentado infinidad de veces a los mismos dilemas a
los que nos enfrentamos los peruanos hoy y se han hecho las mismas preguntas.
Han dado diferentes respuestas. Y han llegado a lugares muy distintos. Y es que
hay que saber elegir entre la luz y la oscuridad.”
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