Es característica de las personas
que disfrutan de una columna en los medios como lo hace la señora McEvoy, Alfredo Bullard, Jorge Bruce
(La República) y muchos otros del lodazal en el que han convertido la “libertad de expresión” defendido con uñas y
dientes por ellas mismas, anteponer sus dotes intelectuales y sus viajes por el
Mundo como la carta de presentación de sus comentarios en una suerte de “después
de mi el diluvio”.
En lugar de escribir con sujeción
absoluta a la verdad y explicar un antes y sus consecuencias derraman veneno
pretendiendo inocularlo a la muchedumbre ignara de países como el Perú que no
pueden creer tanta maldad de manera que, los cambios producidos por cualquier revolución
nacida al calor de la desigualdad terrorista que fueron su origen, sean vistos
como hechos demoníacos que hay que evitar como a un perro sarnoso.
¿Quién fue Carlos Andrés Perez?,
¿Cómo estaba el pueblo venezolano bajo sus tres mandatos o sólo dos no recuerdo
este detalle?, Como carecen de argumentos solo dicterios leemos en sus escritos
distantes de su reclamada intelectualidad, ¿Qué decisiones del Gobierno Revolucionario
de Venezuela ha tomado contra su pueblo?,
ahhh sí, son narcotraficantes y demás porquerías que en el Perú son pan de cada
día.
¿Fue Hugo Chávez un loco, un infeliz
que sólo quería enriquecerse con el poder?
Todas las respuestas son
políticas, los cambios asustan, sólo a los ricos agrego, no solucionan los
problemas presentes y la prueba más evidente es la actitud de la oposición
venezolana o de la señora Mcevoy que no
dudaría un segundo en fusilar a la gente del Movadef como no dudaría ninguno de
su calaña.
De lo que he leído hasta el momento
sobre la situación en la República bolivariana de Venezuela, considero un error
no permitir que el encarcelado Leopoldo López sea visitado por sus familiares. Por lo demás, estoy con la Revolución y las
enseñanzas que dejan en mi sus opositores.
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