miércoles, 11 de enero de 2017

El chocolate espeso y el Derecho claro

Tanto El Editorial de El Comercio como la opinión del columnista, señor Hugo Guerra, en la edición digital de hoy miércoles 11 de enero de 2017, se defiende al "matrimonio" entre homosexuales, los argumentos no varían, siendo el principal la defensa del derecho patrimonial de las personas homosexuales y  naturalmente la libertad de amar.

En el diario La República, también de hoy, 11 de enero de 2017, el señor Mirko Lauer escribe un artículo "Esa tontería del género".

Todos aluden al atávico destino en el que nos ha sumido la religión que nos impide ver la claridad por la densa tiniebla rodeando nuestros sentidos.

Sergio Bernales alude que existe contradicción entre lo expuesto por el Código Cvil y la Constitución que nos rige, posición semejante es la de Samuel Abad, ambos conocidos abogados.

Otro colega, cuyo nombre no recuerdo en nota sobre la reciente sentencia del 7mo. Juzgado Constitucional de Lima (El Comercio de hoy Miércoles 11-07-2017) señala que "El Matrimonio es una institución jurídica y difícilmente se le puede denominar Derecho". Se puede solicitar pero no exigir, por ejemplo, Juan lleva viviendo con Hortencia 40 años y no están casados, ninguno de los dos le puede exigir al otro matrimonio según las reglas del Código Civil, por ello es una "Institución Jurídica", podemos acogernos pero no exigirlo, no es por tanto un derecho.

En primer lugar descartemos de plano toda referencia a lo religioso (creo profundamente en Dios) y soy un humano común, silvestre y Abogado de yapa.

"Si no hay amor nada frutifica" o algo así dijo el sacerdote que unió en matrimonio a este servidor con mi María Jesús hace 45 años, si, si, si, lo sé, hay que descartar todo lo religioso y si hago la cita en aparente contradicción con la premisa previa, es por que el amor no necesita de la religión para anidar y crecer en nuestros corazones.

Corresponde pues, reconociendo que un hombre o una mujer puede amar profundamente -así reza el proyecto de Unión Civil, un mamarracho que no pasa de su primer artículo- a una persona de su mismo sexo,  ese amor en los hechos ¿puede adquirir legalidad en nuestro ordenamiento jurídico?, otorgando a quienes así se aman la protección prevista sólo para quienes tienen un papel que los declara "marido y mujer", la "Unión de Hecho judicialmente reconocida", permítanme este breve paréntesis, en la práctica cumple la misma finalidad que el  Matrimonio Civil entre personas de sexo diferente y no obstante los avances legales, la falta del "papel"  que los declara marido y mujer, toda vía no goza de todos los derechos, beneficios y/o protección que brinda aquel.

Los homosexuales tienen en nuestra Constitución los mismos derechos que cualquier ciudadano; si algún colega que este a favor del "matrimonio" entre estas personas puede indicar un sólo artículo de la Constitución o de sus leyes derivadas que no pueden gozar  que lo de a conocer.

Cuando la Constitución  establece que no está permitida ninguna clase de discriminación incluyendo el sexo, se está remitiendo a todos los derechos constitucionalmente protegidos sin excepción  para los peruanos aplicables al  varón y la mujer y como quiera que, la homosexualidad no modifica el sexo biológico sino la conducta y gustos de quien no está conforme con el que llegó al Mundo, nadie podrá negarle sus derechos y deberes establecidos en las leyes. ¿A algún homosexual se le impide casarse con una personas del sexo opuesto si los contrayentes lo solicitan?

Ninguna Constitución o norma que la sustituya en cualquier Nación del Mundo se ha construido considerando conductas y gustos, simplemente seria imposible. Y no pueden citarse países que han regulado determinadas conductas y gustos sin conocer el contenido de esas normas, Uruguay, por ejemplo, reguló el consumo de la Marihuana ¿Alguién ha leído la norma?, este Abogado sí y no es lo que muchos piensan.

No existe tratado internacional que reconozca el "matrimionio" entre homosexuales, la Juez de la sentencia que ha motivado este debate se equivoca en la interpretación y tuerce la Ley.

Cuando todo el orden jurídico que nos rige, sentado en la división natural de los sexos, se modifique incorporando conductas y gustos sin perjuicio del amor que une a esas personas en un País como el nuestro, podrido hasta la médula, será la hora de apagar la luz y abandonarlo.

Finalmente si la preocupación es la plata, tal como están siempre será mejor que leyes controlistas y protectoras, no puede modificarse toda una estructura porqué apareció una mancha en cualquiera de sus columnas.











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