"¿Cree que exagero? Piénselo. Se
ha violado a alguien en un lugar público entre risas y aplausos, y se ha
publicado en redes donde cientos de comentaristas no tomaron ni un segundo en
culpar a la víctima. Empatía cero. Másquelo, digiéralo, y haga algo al respecto
porque son estas cosas las que nos definen como sociedad."
COMENTARIO
COMENTARIO
Este artículo que trata sobre la
violación de una joven demasiado ebria para darse cuenta de lo que pasaba y
menos para oponerse, termina con el párrafo que trascribo.
No opinaré sobre la violación sí
sobre la conclusión del articulista, según él, el que nadie impidiera la
violación, sólo Dios sabe si el sujeto y los que estaban presentes estaban
borrachos y/o drogados, NOS DEFINEN COMO SOCIEDAD.
No porque escriban en un medio podemos
deducir que la inteligencia es una de las razones por las cuales fue
contratado.
El señor Eduardo Dargent tiene el
más banal concepto de lo que significa DEFINIR UNA SOCIEDAD, un acto de lujuria
descontrolada define una circunstancia, hechos asociados a ella y las
consecuencias de tal estado de cosas.
La Sociedad peruana está podrida
y NO por actos de violación, esas son el resultado de un larguísimo proceso de abusos
que gente como Eduardo Dargent defiende.
En el Perú no se puede
diferenciar el “bien” del “mal” analicemos no el acto de la violación sino las
circunstancias y los hechos.
a.- Asumo que para gente como
Dargent el violador es el “mal” y su pobre exposición, una suerte de expiación
por sus pecados y los pecados del sector de la sociedad a la que defiende y por
la cual se rasga las vestiduras.
b.- Nadie, absolutamente nadie,
sabe cómo ocurrió el desenfreno animal “el mal” pero todos en defensa del “bien”
¡castiguemos al desgraciado! ¡es un monstruo como monstruos son los espectadores!. Y como la oportunidad es propicia dada la
tendencia a gozar con el sufrimiento ajeno de nuestra podrida sociedad, se
anatemiza a todos los que circunstancialmente participaron en el acto, al punto
que se presenta al actor mismo como un ser vil y despreciable y se le ha
condenado porqué “el bien” siempre, siempre triunfa sobre "el mal" (sentencia del
Primado de la Iglesia peruana al exponer la sétima palabra TODO ESTÁ CONSUMADO en el sermón de las
tres horas con la que concluye una de los actos rituales previos a la muerte
del hijo de Dios).
La pregunta fluye ¿Qué es peor “el
mal” ocurrido un año atrás y del que nadie se hubiera enterado si el vídeo del
hecho no se hubiera revelado o la forma en que “el bien” desea castigarlo.
No sé qué pensarán ustedes amables
lectores, pero este abogado no puede delimitar la delgada línea que separa ambas
conductas al punto que para mí son igual de execrables.
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