viernes, 27 de julio de 2018

Ignacio De Ferrari - ¿Dispuesto a comprarse el pleito?

"Dispuestos a comprarse el pleito", cuando se vive de espaldas a la realidad y el abuso del poder se perpetúa, aparecen los "notables" y "personalidades" que tanto le agradan a políticos asalariados y nos cuentan el cuento de que ¡ahora es la oportunidad! ¿Alguna vez han oído o escuchado una  arenga distinta?

https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/revolucion-silenciosa-ignazio-ferrarri-noticia-540376

En el aniversario 197 de la patria, una vez más llegamos a la celebración de nuestra independencia con la sensación de que el país se nos va de las manos en medio de una marea de corrupción. Y en estos momentos de desencanto colectivo, es inevitable preguntarse si el ideal de una república de iguales podrá algún día hacerse realidad o si seguiremos, por siempre, condenados a ser un experimento fallido en el ejercicio de una democracia que no sea solo cosmética. ¿Tenemos solución?
COMENTARIO: Buena introducción al debate.
Una de las grandes preguntas de la ciencia política es si pueden existir democracias sin demócratas. Hasta finales de la década de 1970, la disciplina pensaba que los factores que determinaban la existencia de una democracia estaban en las estructuras sociales –por ejemplo, las relaciones de clase– o en las instituciones económicas –capitalismo versus socialismo–. Con la aparición de la ‘transitología’, se empezó a poner énfasis en la agencia, es decir, en las decisiones de los actores políticos. Un país podía hacer una transición del autoritarismo a la democracia si es que las élites políticas decidían que esa era la opción más conveniente. Los militares que entregaban el poder a los civiles no lo hacían porque tuvieran un compromiso férreo con la democracia. Una transición pactada podía ser el camino para no perder todo el poder que habían amasado –una revolución los podría dejar totalmente desposeídos–.
COMENTARIO: Me permito insertar breve definición de "transitología" que no por sobre entendida debe dejarse sin explicación mínima:
"No es la primera vez que intenta aplicarse la transitología o teoría de las transiciones a los procesos políticos que vive el mundo árabe, procesos que algunos han bautizado, no sin precipitación, como quinta oleada democratizadora.  Ya a finales de los años ochenta y principios de los noventa del pasado siglo hubo intentos de dar cuenta de las transiciones y procesos liberalizadores que tuvieron lugar en Argelia, Túnez, Egipto, Jordania y más tarde, en Marruecos. 
Naturalmente el término puede y de hecho se aplica a la constante lucha por el poder sin la influencia decisiva de la religión. ¿Por qué el autor nos remite a ella? pues el modelo "democrático" que defiende si alguna vez fue democrático debió ser en los inicios de la Cultura Helénica donde se gestó, nunca comprendió al pueblo y como el empuje del socialismo o el "antisistema" como acostumbran motejarlo De Ferrari y los de su clase, se erigía (y hoy más que nunca reclama su presencia),  como una alternativa de cambio, por eso y confesión de parte sólo las "élites" decidían que era bueno o malo para vivir "en democracia".
La referencia  a las fuerzas armadas no tiene lógica en pueblos como el nuestro, ignaro cuando no cómplice del poder (lea usted amable lector "emprendedores", esos mismos que lloran día y noche para no pagar impuestos ni beneficios sociales y que hoy acuden al gobierno para que les financie su regreso de una Nación donde hicieron fortuna y que atraviesa por una severa crisis gracias a gobiernos como el peruano) donde es posible que existan acuerdos de mutuo reparto en perjuicio de las mayorías, además no  hay posibilidad real, por grandes que sean mis lamentos, de una revolución popular.
Si bien un país puede hacer el tránsito de la dictadura a la democracia por un acuerdo de las élites, es mucho más difícil que una democracia se consolide si es que no se desarrolla una cultura política que la favorezca. Como señalaba en estas páginas Alberto Vergara hace unos días, en el Perú han existido dos grandes modelos políticos desde el fin del fujimorismo: el hortelanismo, encarnado por Alan García y los demás presidentes desde Alejandro Toledo, y el republicanismo, que personificó Valentín Paniagua. De estos dos modelos solo el último pone al ciudadano en el centro de la ecuación.
COMENTARIO: En mi opinión, actualmente la gente hace lo que se le da la gana, no tiene idea de hortelanismo o republicanismo ni tonteras explicativas, lo que entienden es que deben amasar dinero, las invasiones de tierras nos pueden acercar un pco a la realidad.
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Si la elección presidencial del 2016 es un buen indicador, en el Perú parecería que la coalición republicana comprende a por lo menos la mitad del país. Lo que no parece estar tan claro es que buena parte de los ciudadanos entienda qué significa esa visión republicana. En esencia, no parecemos comprender que construir una verdadera democracia de ciudadanos significa convertirnos en protagonistas del cambio, hacernos cargo del problema.
COMENTARIO. No existe democracia o existe para las élites según ha confesado el autor y no les interesa obviamente que los que los  proveen de riqueza estén en capacidad de entender el abuso que significa "vivir en democracia" ¿Acaso pueden participar?, ¿Se les ha educado para esa participación democrática?. A otra jaula con ese alpiste.
Hacernos cargo implica invertir el orden de expectativas. Las discusiones públicas sobre el devenir de nuestro país se centran excesivamente en el rol del poder formal –es decir, los tres poderes del Estado– en los males de la patria. Esperamos de los políticos comportamientos que no se condicen con los comportamientos de las demás instituciones –formales e informales– de nuestra sociedad. Nos hemos pasado los últimos 20 años obsesionándonos con la idea de que un candidato antisistema de corte autoritario gane la presidencia, en vez de debatir en profundidad qué tenemos que hacer para que el autoritarismo y la informalidad no se sigan reproduciendo en todas las esferas de la vida del país. Los políticos y los jueces tienen que salir de algún lado, y mientras no cambien nuestros sistemas de interacciones sociales, los mismos personajes seguirán ocupando los juzgados y ganando los puestos de elección popular.
COMENTARIO: ¿Que tenemos que hacer? ¡que hipócrita es este De Ferrari! la brecha entre pobres y ricos  se ha ensanchado gracias a la paupérrima educación recibida, la corrupción NO es sólo del Poder Judicial, la "democracia" es la razón de la desigualdad que vivimos, no lee acaso De Ferrari el medio en el que escribe, el siguiente párrafo es un insulto a mi capacidad intelectual y de todos los que en mi condición pueden pensar.
Sigamos con  De Ferrari:
Hemos optado por la opción más fácil, la que en buena cuenta nos exime de responsabilidades. Queremos una democracia de ciudadanos en que otros piensen y hagan por nosotros. Queremos un modelo equitativo desde la política y no parecemos del todo dispuestos a ponerlo en marcha desde los diferentes espacios que ocupamos en la sociedad. La democracia se hace realidad en el tejido cotidiano tanto en el hemiciclo del Parlamento como en las salas de reuniones de una empresa, en los salones de clase de escuelas y universidades, o en los espacios comunes de una organización de base. La ciudadanía es una forma de relacionarnos, tanto entre políticos como entre padres e hijos.
COMENTARIO. Seguramente De Ferrari olvida la promoción de la homosexualidad, el perdón que un grupúsculo de degenerados promueve a favor de esta minoría en nuestra Patria,  y la defensa de derechos NO debidos.
Concluye De Ferrari con una invocación tan vacía como el concepto de "democracia" que defiende.
El mejor regalo que nos podemos hacer los peruanos en el día de nuestra independencia es empezar a sentar las bases para una democracia realmente viable. Eso significa entender, de una buena vez, que para crear una democracia de ciudadanos, requerimos ciudadanos dispuestos a comprarse el pleito. Solo entonces, cuando empecemos a cambiar nuestros comportamientos, es que podremos iniciar el camino hacia el ideal republicano. Esa es la revolución silenciosa que necesitamos.



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