martes, 31 de octubre de 2017

PENA DE MUERTE

Como siempre los opinólogos enfrentan un tema considerando -es mi opinión- cuál es el rédito político y con una discusión bizantina cuanta cortina de humo se generará para cubrir todas las porquerías del poder.

Soy un humano que defiende la vida, por tanto, sonaría contraproducente con mi pensamiento el estar de acuerdo con la pena de muerte para crímenes que no tienen un explicación humana; Sin embargo, los crímenes aludidos causan un daño a la sociedad tan grande que ésta no puede procesar, menos entender, por ello debatir sobre quitarle la vida a algo que todavía reconocemos como humano despierta las más encendidas polémicas.

Lo primero que debemos analizar es porqué un humano se convierte en una monstruosa realidad que niega la humanidad que se le reconocía desde su nacimiento.

He insistido que la violencia -léase el maltrato de un hombre a una mujer o viciversa- es producto de muchos factores, la miseria, la desigualdad, la ignorancia y la pésima educación que reciben la mayoría de nuestros niños, sin perjuicio de un programa sostenido en el tiempo totalmente equivocado contra las agresiones sufridas por  la mujer que, aunque no les guste a las féminas, por la pésima educación recibida, la dependencia del hombre y la escasa capacidad para entender este mensaje por la gran mayoría de peruanas han motivado NO que la violencia retroceda sino que aumente a tal punto que en el sector algo mejor educado se vea como el enfrentamiento entre ambos sexos, por ejemplo el suscrito tiene 70 años y sin plata, no existe posibilidad alguna que una mujer ponga sus ojos en mí, pero obviamente puedo poner mis ojos en las jovencitas recordando mis años mozos y a mi gordita tan vieja como yo en la actualidad, mas, con todo este perverso asunto, reflejado en su grado extremo en el artículo de Andrés Calderón el día de ayer 30 de octubre de 2017, cuando viajo en transporte público huyo como si fueran la peste de  tan bellas jovencitas, PIDO PERMISO EN VOZ ALTA, trato de apartarme de cualquier contacto cuando debo estar sentado con una mujer a mi lado podría ser acusado de "viejo verde" y sometido al escarnio de una persona enferma. 

Cualquier mirada lasciva, (es prueba de violencia sicológica, Andrés Calderón dixit) este columnista del Decano y me dicen jefe editorial de esa casa, para mí no sólo es un imbécil sino un hipócrita a sueldo, seguramente este personaje  mirará a una despampanante mujer media vestida con los ojos de un bebé, en fin  mientras esa realidad no cambie la realidad nos mostrará cuan equivocado estamos al pretender revalorar a la mujer como si fuera una isla dentro de una sociedad tan enferma como la nuestra.

Ahora, los violadores son ENFERMOS difícilmente son recuperados por las ciencias médicas, son seguramente producto también de todas las carencias y desigualdades mencionadas y de una niñez espantosa en un hogar disfuncional aunque no necesariamente pero, sin duda son factores que contribuyen al desarrollo de tal conducta enferma.

No debemos analizar la posibilidad de imponer la pena de muerte a los violadores de niñas o niños menores de ocho años de edad como si esta  (la pena) fuera disuasiva NO, no lo es, ¡¡porqué se trata de un enfermo!! en la mayoría de los casos irrecuperable.

Debemos debatir si eliminamos a un monstruo que no puede ser reconocido como humano, debatir si vale la pena conservarlo con vida, pagarle un tratamiento siquiátrico, alimentarlo por el resto de sus existencia con escasas posibilidades de reinsentarse en la sociedad, debemos analizar si la castración química es un castigo o terminará volviendo al monstruo en algo más repulsivo todavía.

Pienso que debemos MATARLOS en juicio sumarío que NO debe durar más de sesenta días, si hay que cambiar la Constitución y apartarnos de la CIDH ¡¡hagámoslo!!, cada desgraciado violador será un peligro menos.


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