viernes, 18 de agosto de 2017

JOSÉ RICARDO STOK A PROPÓSITO DE LAS CASAS DE CARTÓN



El autor, en los párrafos que comparto del artículo que pueden leer en el enlace precedente, nos ilustra sobre la “mano de hierro con guantes de seda” y aconseja al nuevo Contralor “prudencia” específicamente.

Muy bien, si damos lectura al primer párrafo asumiendo como cierto el “incentivo” para los auditores, no puedo menos que estar de acuerdo; Las acciones de control no tendrán el carácter independiente y profesional  si quienes la realizan centran su atención en descubrir entuertos para ganar “algo más” perdiendo de vista todo el proceso administrativo y contable que permitió la felonía o el error “detectado” muy poco se aportará no sólo a la sanción sino a la mejora de la institución auditada.

Si bien estoy de acuerdo con el espíritu de independencia, seguridad y honestidad de quienes deben tomar decisiones, no comparto el hecho de que los funcionarios, alegando que no firman una decisión, en el sentido que fuere, porqué el hacerlo significa  destapar una olla de grillos manchando su buen nombre e incluso dar con sus huesos en la cárcel. No estoy de acuerdo porque NO NECESITAMOS funcionarios para aprender sino debidamente informados y son precisamente los informados y más capaces los que piden MENOS CONTROL. Cuando entenderán amigos míos que a mayor inteligencia la corrupción es MAYOR, la honestidad es un cuento, los funcionarios se reciclan de gobierno en gobierno SON UNA PESTE. Un mediocre jamás se arriesgará, es pusilánime y como ha sido nombrado de favor es el que pagará los platos rotos.

Las “casas de cartón” son un buen reto para un contralor (elegido para mí según las pretensiones del poder y no hablo sólo del Ejecutivo), las evidencias y salvando todas las duistancias, son réplica exacta de lo que aconteció en “Chincheros”.

En el segundo sugiere, con razón, un trabajo más cooperativo entre las instituciones para prevenir el delito, una de ellas sería “un canal de comunicación directa entre la Contraloría y la Unidad de Inteligencia Financiera”, obviamente ello demandará un cambio de la norma si acaso fuera necesaria pues indagar la esfera privada y no las acciones o decisiones de los funcionarios en la instituciones investigadas rebasa en mi opinión sus facultades.

Estos son los párrafos que he comentado:

“Llama la atención, por ejemplo, que sus funcionarios tengan incentivos en función del número de “hallazgos”, como eufemísticamente se llaman a los hechos o situaciones que se desvían de los procedimientos. Con ese esquema, se va en búsqueda de la “presa”, del error, doloso o involuntario, sin importar la finalidad última de servicio. Incentivo perverso, ya que además de hacer odiosa esa función, dificulta, asusta y paraliza al buen funcionario; el mal funcionario está acostumbrado y no le hace mella, en parte, porque también utiliza, en sentido inverso, esos incentivos.”


“Es necesario realizar un proceso de reingeniería en esta entidad para adecuarla a las modernas circunstancias de control y para que sea una institución de verdadero servicio y no de suplicio. Sin embargo, no debe ser un organismo ñoño, ingenuo o simplista. Ha de haber un mayor componente de inteligencia financiera, que detecte signos de riqueza, relaciones comerciales o de otro tipo, inconvenientes y amañadas. Y actuar con energía y decisión: es prioritario combatir la corrupción de manera incansable.”

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