El autor, en los párrafos que
comparto del artículo que pueden leer en el enlace precedente, nos ilustra
sobre la “mano de hierro con guantes de seda” y aconseja al nuevo Contralor “prudencia”
específicamente.
Muy bien, si damos lectura al
primer párrafo asumiendo como cierto el “incentivo” para los auditores, no puedo
menos que estar de acuerdo; Las acciones de control no tendrán el carácter
independiente y profesional si quienes
la realizan centran su atención en descubrir entuertos para ganar “algo más”
perdiendo de vista todo el proceso administrativo y contable que permitió la
felonía o el error “detectado” muy poco se aportará no sólo a la sanción sino a
la mejora de la institución auditada.
Si bien estoy de acuerdo con el
espíritu de independencia, seguridad y honestidad de quienes deben tomar
decisiones, no comparto el hecho de que los funcionarios, alegando que no
firman una decisión, en el sentido que fuere, porqué el hacerlo significa destapar una olla de grillos manchando su
buen nombre e incluso dar con sus huesos en la cárcel. No estoy de acuerdo
porque NO NECESITAMOS funcionarios para aprender sino debidamente informados y
son precisamente los informados y más capaces los que piden MENOS CONTROL.
Cuando entenderán amigos míos que a mayor inteligencia la corrupción es MAYOR,
la honestidad es un cuento, los funcionarios se reciclan de gobierno en
gobierno SON UNA PESTE. Un mediocre jamás se arriesgará, es pusilánime y como
ha sido nombrado de favor es el que pagará los platos rotos.
Las “casas de cartón” son un buen
reto para un contralor (elegido para mí según las pretensiones del poder y no
hablo sólo del Ejecutivo), las evidencias y salvando todas las duistancias, son
réplica exacta de lo que aconteció en “Chincheros”.
En el segundo sugiere, con razón,
un trabajo más cooperativo entre las instituciones para prevenir el delito, una
de ellas sería “un canal de comunicación directa entre la Contraloría y la
Unidad de Inteligencia Financiera”, obviamente ello demandará un cambio de la
norma si acaso fuera necesaria pues indagar la esfera privada y no las acciones
o decisiones de los funcionarios en la instituciones investigadas rebasa en mi
opinión sus facultades.
Estos son los párrafos que he comentado:
“Llama la atención, por ejemplo,
que sus funcionarios tengan incentivos en función del número de “hallazgos”,
como eufemísticamente se llaman a los hechos o situaciones que se desvían de
los procedimientos. Con ese esquema, se va en búsqueda de la “presa”, del
error, doloso o involuntario, sin importar la finalidad última de servicio.
Incentivo perverso, ya que además de hacer odiosa esa función, dificulta,
asusta y paraliza al buen funcionario; el mal funcionario está acostumbrado y
no le hace mella, en parte, porque también utiliza, en sentido inverso, esos
incentivos.”
“Es necesario realizar un proceso
de reingeniería en esta entidad para adecuarla a las modernas circunstancias de
control y para que sea una institución de verdadero servicio y no de suplicio.
Sin embargo, no debe ser un organismo ñoño, ingenuo o simplista. Ha de haber un
mayor componente de inteligencia financiera, que detecte signos de riqueza,
relaciones comerciales o de otro tipo, inconvenientes y amañadas. Y actuar con
energía y decisión: es prioritario combatir la corrupción de manera incansable.”
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