"Nunca le des la mano dos veces a un traidor", lo leí por ahí; en estas horas de desolación y desilusión he pensado en los últimos ocho años de mi vida y en acontecimientos sueltos que, marcaron la vida de mis hijos, Mirtha Carola y Harold Mariano, Dios me quitó a mi cholito para el que siempre, así lo quiso el destino, tenía dinero en ocasiones importantes en la vida de un joven, nunca, en cambio, goce de buena economía en esas fechas para Mirtha Carola, por ejemplo en su matrimonio, quince años, graduación al salir de la Secundaria, en fin no recuerdo en cuantas ocasiones y siempre que se trataba de nuestra primera hija NO tenía dinero.
Pareciera ser que Mirtha Carola desde muy joven empezó a cargar una Mochila de desventuras que con el tiempo se convirtieron en una suma de pequeños odios y rencores que nunca le permitieron vivir plenamente y la viene cargando desde entonces y considera que es tiempo de la revancha, de la venganza, sentimientos que no la dejan, repito, vivir, tal vez por eso se unió con una persona tan desventurada como ella y con sentimientos negativos que no le permitieron darle a su propia madre el amor que necesitaba y murió delante mío al salir del baño en la Casa que tienen en Cieneguilla, Distrito de la Capital de la República
Mirtha Carola al igual que su esposo considera que sus padres tienen una deuda con ellos, los del esposo partieron, quedamos nosotros María Jesús y José Guillermo, recuerdo como si fuera hoy, cuando al retirar el dinero de mi Fondo de Capitalización de la AFP Prima, el esposo me dijo: "Présteme Dos mil Soles a mí, a mí", esa afirmación rebela una "autoimportancia" que nunca tuvo, no tiene, ni tendrá, mas él como Mirtha Carola, consideran que pedirme dinero es un derecho que estaba obligado a cumplir.
Recuerdo, asimismo, como si fuera hoy, lo que me dijo Mirtha Carola y su esposo que con su inconfundible estilo de escribir y previos insultos, sostuviera: "Los padres se han hecho para apoyar a sus hijos" sentencia que Mirtha Carola completó. "Mi madre es tú problema, que es esto", sucedió este rechazo momentos después de haber internado a mi esposa en el Hospital Rebagliatti debido a su Salud Mental y no tenía donde pasar la noche antes de regresar al día siguiente a Yurimaguas, esta conducta se produjo un año después de que yo, sin el consentimiento de mi esposa les regalara Cinco mil Soles y que ambos dilapidaron, como diciendo, "esto me lo debe hace muchos años" ¡¡¡vamos divertirnos!!!.
Otro detalle muy significativo se dio aquí en Urubamba, había sido dado de alta en el Hospital Alfonso Guevara Velazco al haber superado el contagio del virus "Covid19",
Mirtha Carola, cierto día se sentó en la cama en la que descansaba y me dijo "ustedes cada vez más dependen de mí" a lo que siguió la reprimenda de mi hija convertida en un verdadero diablo, porqué había reclamado la comida que lejos, muy lejos estaba de la que me daban en el Hospital, "¡¡VAS A ACEPTAR LO QUE PUEDA DARTE!! era el rostro de una desconocida, en ese momento, para mí.
Hoy al cumplir SEIS DÍAS en los que mi esposa y yo no probamos alimentos, no obstante que mi esposita se ha humillado hasta las lágrimas en uno de los correos que le escribió para que le prestara CIEN SOLES que se quedara con su Tarjeta del Banco de la Nación donde Mirtha Carola debe deposita la pensión ordenada en la Sentencia dictada por la Juez del Juzgado de Paz Letrado de Urubamba y que luego pagaría (los Cien Soles) de su Pensión de Jubilación que debe cobrar el próximo miércoles ocho y mientras llega estaremos sin comer, Mirtha Carola y su esposo, consideran absolutamente justa esta realidad, ¡¡deben pagar lo que nos hicieron!! seguramente es su pensamiento. Además, tendrían como defensa. ¡¡ahí tienen un Colchón nuevo!! véndanlo y coman, tal razonamiento no es aceptable ya explique las razones anteriormente.
Mirtha Carola y su esposo duermen plácidamente mientras que mi esposa y yo no lo podemos hacer. Que curiosa es la vida, premia al victimario y hace leña de la víctima.
Hasta aquí estos recuerdos amargos y en son de queja, seguro estoy que, al leer estas líneas se emocionaran de felicidad que no podrán siquiera retener sus esfínteres.
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