Soy un hombre creyente, pero no creo en aquellos que dicen que son sus representantes en la tierra.
Acabo de escuchar al Cardenal Cipriani, este sacerdote pendejo compara a todos los ladrones que están en la cresta de la ola en esta era, los anteriores están muertos y ojalá estén hirviendo en su tumba, con la parábola del "Hijo pródigo", cuando se le acaba el dinero que el padre le entregara como la herencia que le correspondía, el disoluto e interesado hijo regresa donde el padre porqué ni para comer lo que comen los chanchos tenía; el padre hace una fiesta y celebra su regreso.
El otro hijo que había permanecido al lado del padre interesándose sobre el manejo de la hacienda del hogar, se lamentaba que a un sinvergüenza le brinden tantos halagos, le ofrezcan los mejores atuendos y se haga una fiesta en su honor.
He ahí al envidioso, clamó Cipriani haciendo suyas las palabras de Juan Pablo II acerca del "dios dinero".
Pero el Cardenal no se queda tranquilo con la ya explicación, de por si llena de sin sabor y un festejo al despilfarro sin control, sino que, pide perdón para las ratas cuyo dios es el "dinero", más o menos cómo Rolando Souza QUE TODOS VUELVAN AL REDIL.
Remplace usted amable lector al Perú por el padre del hijo que se larga, a éste con los malsanos que han gobernado el País y se han tirado la plata y al hijo que se quedó con el padre al pueblo peruano y podrá entender como los conchudos representantes de Dios en la tierra, utilizan la religión para confundir al pueblo..."Padre perdónalos porqué no saben lo que hacen", y luego pregúntense si "caballo loco"y su partido, los japoneses y su partido y todos los demás merecen una nueva oportunidad.
Si después de mis argumentos existe un sólo peruano que piense que un ladrón que ha entrado a nuestra casa y nos ha robado y pegado debe tener una segunda o tercera o cuarta oportunidad para volver a robar, entonces tendrán el 2021 el gobernante que merecen.
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