jueves, 9 de marzo de 2017

Cambios en la curricula escolar y mismidad

Tengo 69 años de edad, profesional , lector incansable de la realidad peruana y sufriente escribidor  para proyectarme a la comunidad a través o por intermedio de este “Blog” sin más aspiración que opinar y proponer cambios en función a los límites que cada humano tiene, cuestión esta última incomprensible para los desgraciados que nos han gobernado y gobiernan, son sólo humanos y por serlo aflora en el ejercicio del poder el lado más oscuro de nuestra condición, pero se sienten “dioses”, “dueños de la verdad” después de ellos el diluvio.

El anciano que nos gobierna pide igualdad de oportunidades y que su administración trabaja en ese sentido, después de casi 08 meses de gestión lo único concreto es la corrupción y el anciano y su séquito incluyendo al PJ trabajan  para que la impunidad brille en esta mar de sombras en el que se ha convertido nuestro País.

He leído las 21 páginas de la Resolución Nº 159-2017-MINEDU, dicen que han aclarado conceptos para evitar malas interpretaciones.

La Resolución que comento como en los contratos bancarios hacen uso y abuso de la letra menuda, me he esforzado para leerlas y comprenderlas.

En mi opinión no han cambiado nada, es más el asunto se agrava, primero explican que es lo que se pretende y cómo lograrlo pero usted amable lector no encontrará una sola línea para desarrollar el “como”.

Incorporan conceptos como el Adulto distinguido explicando sus funciones pero no el motivo central de su presencia que queda librada a la interpretación de cada quién, mencionan a los padres como la principal relación del infante en su vida sin excluir otras posibilidades o "familias".

Escriben sobre los derechos humanos en más de una ocasión y de la orientación sexual sin decir una sola palabra sobre lo que éste equivocado concepto contiene y sin explicar cómo se enseñará y lo más importante como se respetarán las diferencias que no se agotan como mentirosamente sostienen en el campo exclusivo de la mujer y el varón (con la que nadie podría estar en desacuerdo).

Hacen uso de un término desconocido para mí en reiteradas ocasiones “mismidad” cuyo significado es todo un estudio filosófico cuyos primeros alcances podrán  leer al final de este comentario.

En realidad amigos lo que el minedu propone con esta parte de la curricula es un estudio sociológico de la condición humana un despropósito monumental considerando el nivel de preparación de los maestros y las dificultades de aprendizaje de nuestra niñez y juventud a lo que agregaremos las distracciones tecnológicas que reducen la capacidad de comunicación de los estudiantes. Incluyendo a los colegios de las comunidades rurales o indígenas donde los niños por las severas condiciones en las que viven apenas pueden entender los temas básicos educativos no las complejidades de la vida pues de conocerlas seguro estoy hace mucho tiempo que tuviéramos un gobierno popular que tanto asusta a MVLL y gente como él.

Si esta resolución  se pone en práctica sólo Dios sabrá lo que le enseñarán a nuestros hijos y/o nietos.

Veamos que significa “mismidad”

MISMIDAD
En Heidegger, la mismidad (Selbigkeit) es tratada de forma expresa en el parágrafo 64 de Ser y tiempo y vinculada con la noción de cuidado (Sorge). Para entonces, el filósofo alemán ha caracterizado al Dasein como cuidado, una totalidad unitaria de momentos: el cuidado es “la articulación de la totalidad del todo estructural” (p. 355) de “el anticiparse-a-sí-estando-ya-en (un mundo) en-medio-de (los entes que comparecen dentro del mundo)”. Ante esta multiplicidad de momentos, es necesario hacer referencia a aquello que permite que el Dasein siga siendo “uno”. Así, como sucede con la resignificación que Heidegger hace de varios de los términos de la “tradición”, la unidad precisa mostrarse desde el ámbito fenomenológico. La mismidad se opone a la comprensión de un “yo” o un “sí-mismo” tradicionalmente concebidos desde la ontología sustancialista que lo entiende como realidad: “presencia” o “acompañar constante”. Ahora bien, en el ámbito fenomenológico, la relación de la mismidad con el cuidado no es un momento más que se agregara al cuidado sino que, más aún, la expresión “cuidado de sí” es tautológica: todo Dasein es cuidado de sí-mismo. La diferencia fundamental de la mismidad y el cuidado con la noción sustancialista del yo se basa en que el cuidado es “intencional” –no en el sentido husserliano, pero sí basado en éste-, pues no es posible que haya ningún sí-mismo que no esté vinculado a un mundo. El “yo pienso algo” se traduciría como un “yo-soy (o estoy)-en-el-mundo”. El yo no puede ser sujeto aislado que acompañe nuestras representaciones (como afirmaría Kant). El decir fenomenológico del yo, precisamente por la intencionalidad, no puede apuntar a otra cosa que a los entes que rodean al Dasein, lo cual, a su vez, fomenta la equivocada interpretación que parte de los entes y que oculta la peculiaridad de su modo de ser.
“Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo, el yo tiene que ser desarrollado”.
“Originariamente el yo lo contiene todo; más tarde desprende de sí un mundo exterior”.
Las dos frases, contradictorias entre sí, pertenecen a Freud, aunque corresponden a distintas épocas. Significa esto un cambio en la concepción del yo que lleva a que una de ellas sea tenida por verdadera y la otra, por ende, falsa?. Desde ya nada hay en Freud que indique algo así. Corresponde entonces tomar ambas como verdaderas?. Desde la lógica formal ello implicaría transgredir a la vez el principio de identidad, el de no contradicción y el de tercio excluso. No tenemos prejuicios en cuanto a aceptar ese tipo de transgresiones, pero acá creemos que se trata de otra cosa. La transgresión no hay que adjudicársela a Freud sino al yo. Ocurre que dentro de la polisemia y complejidad de sentidos que toma la forma ‘yo’, está, como uno de los principales, el de ser una referencia al sí mismo, a la identidad, y, curiosamente - en casa de herrero cuchillo de palo-, el yo como asiento de la identidad es de lo que peor se adapta al principio de identidad. Volviendo a las frases, no se trata entonces de ‘dos Freud’ sino de dos yo. Fidias Cesio (1) resolvió esta cuestión, en su artículo del número anterior, hablando de un yo originario, fetal y un yo postnatal. Este último es el que debe desarrollarse, en cuanto al primero, originario, de él se desprende un mundo exterior (y, siguiendo la misma lógica, también se desprende un ello, un yo y un superyo). Creemos importante considerar esta perspectiva en la que el ello aparece como producto de una suerte de apres-coup; es desde el yo ‘postnatal’ que se puede hablar de un ello.
Hecho este preámbulo vayamos al problema de la relación del yo con la identidad. Para esta cuestión nos circunscribiremos al segundo yo, el que debe desarrollarse. Podría pensarse que ahora las cosas se simplifican -nos quedamos con un solo yo-, pero, hete aquí que vuelve a duplicarse. (Wikipedia, la enciclopedia libre)


La Estructura de la Identidad

Clásicamente se define al yo como producto de la identificación con un otro. Winnicott lo expresa bien cuando dice que el bebé se ve a sí mismo desde los ojos de la madre. Como lo señalamos en otro lugar tal identificación comprende y está constituida por dos lugares: el lugar en que se identifica (la imagen) y el lugar desde donde se identifica. En nuestra comprensión, el primero, de orden imaginario, queda relacionado con el yo ideal y el segundo, su sostén simbólico, con el ideal del yo. Se requiere un soporte simbólico para formar y sostener la imagen tanto como es necesaria una ‘madre’ para formar y sostener un ‘bebé’. La identificación se apoya en estos dos pilares. Nos parece interesante esta manera de considerar la dupla yo ideal-ideal del yo como componentes de la identificación (entre los cuales por otra parte pueden guardar distintas relaciones y proporciones).
Así decíamos en un trabajo anterior: “Encontramos en ella (la identificación) dos lugares que nos parece importante discriminar. Por un lado está el lugar donde se ve, por otro el lugar desde donde se mira -los ojos de la madre-. ...esta imagen (lugar donde se ve - yo ideal) debe ser sustentada desde otro lugar: la mirada de la madre (ideal del yo). Se ve (en la imagen) desde la mirada de la madre. ...la percepción le da cualidad a una imagen -el deseo- en la que me reconozco.”. En aquel trabajo relacionamos dicha imagen con la que forma parte de lo que Freud llama “huella mnémica de experiencia de satisfacción”. En tal sentido esta identificación, que configura un núcleo del yo (el que se debe desarrollar), no es tanto a un objeto como a una relación entre dos objetos -mamá-bebé-, que luego, como explica Cesio (1) en el trabajo mencionado, quedarán representados por las formas yo-me. Entendemos que esta estructura es la que está presente en el concepto de Freud de identidad de percepción. La percepción busca la correspondencia con la imagen de satisfacción: en esa imagen encuentro identidad, ‘yo me veo en la imagen’. Esta imagen de placer, que guarda relación con el deseo, es la que da consistencia identitaria al me (imagen) y va configurando el espectro de los objetos perceptibles; todo lo que forma nuestro mundo perceptual adquiere sentido en relación a esta imagen. La desmentida, concepto muy posterior, tendería a resguardar esta identidad perceptiva, que da consistencia identitaria al yo.
Toda esta organización psíquica se rige a partir de una primera inscripción: la imagen de satisfacción. De la misma retengamos que establece dos lugares, que luego ocuparán yo y me. Estos dos lugares tienen un papel importante en la configuración de los fantasmas inconscientes, fantasmas que serán una suerte de cristal con el que nos representamos una imagen de mundo, la cual influirá en conformar nuestra realidad.
Hay luego una segunda inscripción: la palabra oída, que da lugar al pasaje de la percepción al pensamiento, de la madre al padre, como dice Freud en “Moisés y la religión monoteísta”. En esta otra organización ya no domina tanto la percepción como la conciencia y el yo defiende su posición mediante la represión. Desmentida y represión tienden a sostener la identidad del yo. Identidad de percepción en un caso, identidad de pensamiento en el otro. Dice Freud, en el cap. VIII de “Esquema del psicoanálisis”, que el yo “tramita las exigencias pulsionales desagradables mediante las llamadas represiones...y...de una admonición del mundo exterior sentida como penosa...mediante la desmentida de las percepciones que anotician de ese reclamo de la realidad objetiva”(los destacados son nuestros).
En otro lugar hemos desarrollado estos tópicos con más detalle, razón por la cual ahora nos limitamos a un breve recordatorio. Para ampliar sobre los mismos se puede consultar “La Identidad de Acción” (4) y  “Yo Dolor” (5). También allí nos hemos ocupado en extenso de la diferencias que adjudicamos a estas dos formas de organización que adscribimos a la identidad de percepción y a la identidad de pensamiento. Queremos ahora referirnos a lo que tienen en común: el resguardo de la identidad y lo que eso conlleva como implicancia……..y más muchísimo más.


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