LA MINISTRA DE EDUCACIÓN DEBE
RENUNCIAR II
“Conozco a la persona que
confundió a San Martín con Bolívar y puedo dar fe de que no se trata de un
inexperto, un topo fujimorista y menos aún alguien con poca educación.
Simplemente tuvo una terrible distracción, como cualquiera de nosotros en algún
momento de su vida. ¿Debe pagar las consecuencias? Bueno, perdió su trabajo pero además tuvo que soportar la burla
nacional. Me pregunto cuántos se hubieran dado cuenta de la equivocación sino
fuera porque alguien más lo señaló. Somos de esas sociedades que lejos de
conocer y respetar a sus héroes o libertadores suele orinar en los monumentos
levantados en su honor”.
MI OPINIÓN
Todo el artículo de la señora
Patricia Montero penoso por su fin último –defender a una persona como quien no
quiere la cosa- utilizar a quién se equivocó directamente justificando el error
que califica de vergonzoso, como uno que le puede pasar a cualquiera terminando
con el despido de su autor y como en los cuentos para infantes “colorín,
colorado esta aventura ha terminado”.
No confunda usted señora Patricia
Montero la capacidad de pensar con la hipocresía que derrama en cada uno de sus
actos la Ministra de Educación, especialmente si de convencer a sus poco
ilustrados dependientes se trata.
La señora Marilú Martens es
RESPONSABLE de todo lo que se haga o deje de hacer en la cartera a su cargo,
pues, con el cuento de sancionar a quien obedece sus órdenes entendiéndolas mal
por si este fuera el caso, sería justificar TODAS LAS ARBITRARIEDADES del Presidente
Constitucional de la República trasladándolas a sus Ministros y NO OLVIDO,
señora Montero la Constitución del Estado en este punto.
Si la delicadeza y la sonrisita
de la Ministra es la firma indeleble de su nefasta conducta con aroma de "yo no fui" para echarle la culpa a otros y mensaje para los que defienden sus torpezas, la decencia la
obliga a RENUNCIAR.
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