Con insistencia sin futuro
me duelen las quejas del
pensamiento sin propósito.
Me duele el silencio, es un
viejo cuadro del cielo,
pintado por un orfebre,
pastor de lobos y caprichoso
carpintero,
Me duele el vaso donde
convulsionan los sesos y la
cereza corona de espinas de la
pedantería.
Me duele la juventud y la
vejez, dos caras del tiempo
y la lujuria, también las paredes
medianeras, ¡no guardan secretos!.
Me duele el tendal donde cuelgan
los recuerdos y el hambre duerme
su voracidad cerrando los ojos
apretando el ombligo y las opíparas
cenas de beneficencia, reina de
los cucufatos porque el alma se
les va sin ellas.
Me duele el olvido, la locura
de la abundancia, el perdón de los
pecados, la tristeza de los niños
sin nombre, llegaron sin haber
venido.
17 de marzo de 2012
José Guillermo Anderson Anderson
Los derechos son del ser humano.
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