No sólo de carniceros vive la "democracia peruana", ruego lean este arículo, Venezuela está como el "Titanic" para este mercader de la palabra.
Maduro y el mensaje de América Latina
09 de Agosto del 2017 - 07:01
Francisco Cohello}
Uno de los mayores aciertos del
gobierno de Pedro Pablo Kuczynski ha sido colocarse a la vanguardia de los
regímenes de América Latina para condenar la satrapía inmunda de Nicolás
Maduro. El 5 de marzo de 2013, Hugo Chávez murió, pero -contra todos los
pronósticos- le legó a Venezuela su más grotesca imitación al pedir, meses
antes, que voten por Maduro si algo le llegaba a pasar en la operación con la
que sucumbió en Cuba, extinción que se creyó iba a ser el fin de la bazofia
ideológica que regó con malas artes por su país y el continente, y que caló en
los despojos de esa izquierda que Dammert representa. Así, el 14 de abril de
2013, por un puñado de votos y con unos comicios servidos para empalagarse de sospechas,
Maduro vence con 50.66% a Henrique Capriles, que obtiene 49.07% y queda a
apenas 1.59% de doblegar para siempre la metástasis chavista. Con mocos y
babas, el mundo aceptó a regañadientes que esas urnas aceitadas reflejaron la
decisión de las mayorías, pero ahora no se ha creído ya ese cuento de la
Asamblea Constituyente del último domingo 30 de julio. Por eso, llamar “epopeya
democrática” a ese fraude asqueroso, a esa trampa artera, a ese latrocinio, no
da cólera ni indigna, da risa, como una frase de Condorito o la Paisana
Jacinta. Pero como no dan risa las decenas que mueren en esa rebelión legítima,
los cientos sin medicinas, los miles sin empleo, los millones sin alimentos de
primera necesidad, América Latina debería lanzar no un mensaje potente de
condena sino un retiro masivo de sus embajadores, una ruptura total con la
tiranía, y optar por una decisión firme que deje a Maduro y sus monos circenses
aislados y solos ante el mundo. Al menos por ahora, hasta que llegue la hora de
que la paguen todita.
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