No me cuentes del café amargo,
del invierno y la soledad, de los
amigos ausentes, del amor que
pasó sin avisar, ni del presente.
No me cuentes el haber llegado
tarde, ni tu falta de valor para
llorar.
No me cuentes cuantos te odiaron
por empinarte sobre el pantano
agitando las manos porqué aun vencido
no has dejado de luchar.
Cuéntame tus sueños, de las sibilas
de los augures, de las bibliotecas
no visitadas por inexistentes, si
perdiste
el tesoro escondido donde murió
tu padre pues los duendes atesoran
los doblones y las esmeraldas, perderían
su sombreo lóbrego y terrorista,
ocultando
el siniestro rostro de las sombras,
también
el camino estrecho, sin pudor ni congoja
a la abundancia.
12-06-2016
Guillermo Anderson Anderson
Los derechos son del ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario