Alfredo Bullard
Abogado
El Comercio 14-01-2017 Edición digital.
Lo más asombroso del realismo
mágico es que es superado por la realidad. Gabriel García Márquez dijo que
muchas veces no podía usar hechos reales en sus novelas porque eran demasiado
irreales para ser creíbles.
En el cine, el teatro y la
literatura el amor suele desatar cólera. Pero son los amores imposibles, los
amores increíbles frente las circunstancias, los que desafían a la ira y la
superan, los que se vuelven inmortales: Romeo y Julieta, Rick Blaine e Ilsa
Lund en “Casablanca” o Florentino Ariza y Fermina Daza en “El amor en los
tiempos del cólera”. (Quizá el de
Florentino que alcanza el objeto de su deseo casi al final de su existencia, no
diría que la novela nos muestra el amor de dos sino el de uno y que el tiempo
lo vuelve patológico, la dama lo acepta pero está muy lejos de ser ese “amor
imposible” como en la obra de Shakespeare, es mi humilde opinión)
Óscar Ugarteche y Fidel Aroche se
casaron en México, de acuerdo a las leyes de ese país. Una jueza acaba de
ordenar al Reniec que inscriba su matrimonio. La historia de Óscar y Fidel
continuará. Pueden perder en las siguientes instancias (de hecho es probable
que suceda). Los han insultado, cuestionado, maltratado. Han desatado cólera.
Pero no importa. Así se escriben
las historias de amor. No creo que valgan por tener final feliz, sino por el
esfuerzo de llegar a tenerlo. Finalmente, la felicidad no es un estado sino una
actitud.
Como se dice en “El amor en los
tiempos del cólera”: “Lo más absurdo de la situación de ambos era que nunca
parecieron tan felices en público como en aquellos años de infortunio. Pues en
realidad fueron los años de sus victorias mayores sobre la hostilidad soterrada
de un medio que no se resignaba a admitirlos como eran: distintos y novedosos,
y por tanto transgresores del orden tradicional”.
Y es que el amor (el verdadero)
no discrimina. Pero sí es discriminado. Uno se enamora de quien se enamora. Que
a los demás no les guste es un problema distinto. (Señor abogado Bullard, que se sepa, nadie cuestiona el amor, no hay
ley y usted lo sabe muy bien, “que penetre la esencia del amor” el Maestro
Héctor Cornejo Chávez consagró esta frase que es más amplia y muy sabia. ¿Qué tiene
que ver el amor con exigir “matrimonio”?, Por lo leído y lo que me falta por
leer, usted piensa que debe legislarse este tipo de unión, muy bien,
modifiquemos la Constitución y todas, todas, repito todas sus leyes derivadas
pues están pensadas en la unón natural y no en conductas y gustos)
El derecho a amar a quien se
quiera, como se quiera y donde uno quiera no se ha definido nunca en un solo
caso ni por un hecho único. Desde la limitación de los derechos de las mujeres
a casarse con quien quisieran, las prohibiciones a los matrimonios interraciales
o entre personas de distintas religiones, o el matrimonio entre personas del
mismo sexo, el avance del derecho a amar ha sido de a pasos, cortos pero
sucesivos. Ha estado lleno de derrotas y de pequeñas victorias, la mayoría de
ellas parciales y de alcance limitado.
La intolerancia es un enemigo
enorme, constante, hostil, usualmente malvado. Pero no es invencible y,
usualmente, es vencido. Lo malo es que toma tiempo. Lo bueno es que esas
victorias son las que valen la pena.
El mundo ya se mueve en un
sentido. Estamos interrelacionados con ese mundo. El número de países que
admiten el matrimonio entre personas del mismo sexo va en aumento, y no va a
retroceder. (Es necesario precisar
conceptos, NO es cierto que, de los países que admiten el matrimonio –por lo
menos en Colombia y México NO ha sido reglado constitucionalmente en ninguno de
los dos, sino por mandato del Tribunal Constitucional en el caso de Colombia y
en México se rechazó la propuesta de Peña Nieto para incorporarlo al Código Civil
Federal recién en noviembre de 2016, sin embargo hay algunos Estados de la
Unión Mexicana que lo reconocen, incluyendo el Distrito Federal de México, y el
“matrimonio” igualitario continua en debate en esas naciones) Peruanos irán
a casarse a esos lugares y personas casadas en esos lugares vendrán al Perú.
Cada vez serán más y nos mostrarán más claramente la inconsistencia de ir
contra la corriente: padres o madres de un mismo sexo que no pueden inscribir a
sus hijos por sus nombres legales porque un niño no puede llevar los apellidos
de dos padres o dos madres, representantes diplomáticos que exigen a
cancillería que su cónyuge, de su mismo sexo, reciba los beneficios que
corresponden a los cónyuges de los diplomáticos, inscripción de transferencias
de bienes por sucesión entre cónyuges del mismo sexo, derecho a decidir sobre
el tratamiento de un cónyuge o sobre la donación de sus órganos y sigue una
larga lista de etcéteras. (Los abogados
sabemos que tal cómo están ahora en la que NO se restringe derecho alguno a los
homosexuales por mínimo que pueda ser, no por ser tales sino en su condición de
varón y mujer, pues las previsiones en los casos que alegan desigualdad se
solucionan con la legislación actual, es una falacia y de muy mal gusto comparar
el avance de la sociedad en cuanto al matrimonio pretendiendo con ello que el
de los homosexuales está a la vuelta de la esquina o de la manzana si así lo
desean ver; La sociedad avanza por propio impulso transformador, pero la
naturaleza no, cuando el humano y su inventiva encuentren la forma de convertir
a una mujer en hombre ó al contrario podremos
volver a discutir el tema y probablemente
no se necesitará ninguna legislación adicional)
El sistema legal no podrá
mantener tanta irracionalidad intolerante para siempre. Tarde o temprano los
muros de la intolerancia cederán. No de golpe. Será poco a poco, ladrillo por
ladrillo. Serán momentos difíciles para una lucha aún joven. Pero como dice
García Márquez en el libro citado, “Aprovecha ahora que eres joven para sufrir
todo lo que puedas […] que estas cosas no duran toda la vida”. Finalmente, “El
amor se hace más grande y noble en la calamidad”.
Y los encolerizados que atacaron
e insultaron serán juzgados por la historia y recordados como merecen ser
recordados: “Cuando los encuentre, fíjese bien […], suelen tener arena en el
corazón”.
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