sábado, 9 de junio de 2018

DE PERSEGUIDOR A PERSEGUIDO


La cultura del macho paleolítico
Fecha sábado 9 de junio del 2018Fecha 7:20 amTag Pedro Novoa
Se llega a la luna, se inventan realidades virtuales, el cerebro humano alcanza empinándose los astros sin el menor rubor, pero no puede sacudirse del machismo atávico. Esa suerte de mandato genético que sigue viajando en las venas de la mayoría de hombres, sin hacer distinción de clase o edad. Como menciona el escritor Román Gubern, pareciera que el hombre contemporáneo aún no borra ciertos mandatos instintivos. Esas órdenes de sobrevivencia básica que lo obliga a copular con cualquier hembra que esté a su alcance. Debía y tenía que prolongar la especie, debía perpetuar su estirpe a como dé lugar, valía tirar de los cabellos, tumbar, atacar y encajar la simiente. Miles de años después ese mandato sigue titilando en las zonas más primitivas del cerebro de los seudos machos Alfas (que pululan en la ciudad). Nadie los obliga, nada los justifica, pero ellos solitos se mandan. Entran en modo predador y salen a la calle al acecho. Y ahí están, bien plantados en los paraderos, sobándose en los micros, persiguiendo a desconocidas, susurrándoles propuestas burdas. Son incansables, son cerebros primates que quieren tener su hembra cazada. Quieren perpetuarse, tener el poder, seguir siendo el macho Alfa o Alfalfa –no importa-. Quien copule con la mayor cantidad de féminas lo encumbra. Y así criará a sus aprendices, así formará a sus seguidores. Podrá tener ahora un celular de última generación, hablar varios idiomas, vestirse con saco y corbata, pero al estar al frente de una mujer, activará su olfato, entrará a modo primate, salivará, y en vez de pensar que está en plena calle, imaginará que está incursionando a una selva inhóspita, recién salidito de las cavernas. No verá una mujer, una madre, una hermana, una hija, una compañera. Verá en los ojos de la hembra elegida, el reflejo de alguien que no es hijo, hermano, esposo ni mucho menos compañero -que quizá no lo sea jamás.

QUE PIENSO

El hombre es perseguidor de la hembra en todas las escalas zoológicas incluyendo la nuestra y lo seguirá siendo mientras exista vida en este planeta les guste a o no a la humanidad, y la hembra le gusta y se deja perseguir quieran o no reconocerlo.

El problema NO es, por tanto, la persecución sino las formas en que esta se realiza y la actitud de la perseguida. En la década de los sesenta y antes, la galantería era un arte, un emblema de distinción el hombre persiguiendo y la mujer dejándose perseguir.

En los cuarenta o cincuenta en la época de "Toña la negra", Tongolele, Ana Bertha Lepe, Betty di Roma (entre nosotros) las "Bim-Bam-Bum" (sólo una vez recuerdo haber asistido a estas exhibiciones de mujeres desvistiéndose pero en los setenta creo), las mujeres ganaban como hoy -salvando las distancias- mucho dinero por exhibir su cuerpo.

La mujer ha sabido a lo largo de la historia de la humanidad explotar ese deseo de poseer del hombre, entendido este como el deseo de "coger".

Estando a lo anterior, la pregunta que debemos hacernos es ¿Quién y en que medida se ha adaptado mejor a las condiciones naturales de la especie humana si de sexo hablamos?

Pensemos en el hombre, vean ustedes películas de los treinta hasta los cincuenta sean mexicanas o estadounidenses, los varones en su vestimenta muy poco han cambiado y en la época actual se han afeminado, de los pantalones holgados, super cómodos, han pasado a los estrechos pero nada más, en cambio las mujeres desde antes de la Tongolele todo un ícono femenino de la época, pasando por Marilyn Monroe y muchísimas otras se han ido desvistiendo cada vez más, han inventando toda clase de menjunjes para verse lozanas y siempre atractivas a los ojos del varón, ¿Por qué, en nombre de Lucifer se quejan de los monstruos degenerados que las persiguen y acosan?, algún varón, por ejemplo, verá atractiva a la señora Milagros Leyva, bueno, "nunca falta un roto para un descocido", pero la generalidad es la libertad con la que se viste ...¿Se viste? la mujer.

Recuerden estimadas damas, no se debe escupir al cielo porqué en la cara le cae", naturalmente con las excepciones de rigor cuyo mérito mayor es asegurarse cierta presencia en los medios mermeleros y lo son TODOS.

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