No me lastima ya, ver llorar
la pobreza, estoy con ella, siempre
ahogados por la miseria, meciendo
los cuerpos inertes como una tromba
marina en estos olvidados mares
de allá, parecen estar vivos, emergen
entonces, violentos, intrigados,
¡¿Cómo que están vivos?!, exclaman
los calvos de cuernos torcidos y oro
macizo.
No me lastima ya, el amor no correspondido,
es el vuelo del haz y su misterio de sueños
de sexo y placeres en horas cojas, simiente
dorada de ojos azules, fiel compañero, enemigo
del destierro, un
banquete de viejos y opulentos
adivinos, blasfeman como si comerán la carroña
convertida de sus incondicionales sirvientes.
No sé me antoja conocer sus fauces, ni sus liendres,
espantosas mensajeras habitando entre los
dientes bermejos de su macilenta figura.
Tampoco saber del engaño, la confianza
sólo una vez se pierde.
08-12-2020
José Guillermo Anderson Anderson
Los derechos son del ser humano.
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